Mi hijo Sebastian me pregunta hoy:
-"Papá... por qué te gusta tanto la política?"
-"No sé, papito. Es divertida, que sé yo..."
-"A ver, contame un cuento de política, papá"
-"No sé cuentos de política, Sebastian."
-"Pensá, papá. Pensá."
-"OK, acá va uno:
Había una vez un señor muy pero muy malo, pero él creía que era bueno y se hacía llamar "El Buen Ted". Tenía un castillo muy grande y cieeeeentos de sirvientes. Y como él pensaba que nadie era más bueno que "Buen Ted", gritaba a viva voz: "pués seré yo quien decide como van a vivir mejor mis sirvientes en el castillo." Así, Buen Ted pensaba que toooooodas las decisiones tenían que ser tomadas por él, para bien de sus sirvientes.
Buen Ted vivió su vida entera ideando un sistema que él pensaba iba a solucionar los problemas de salud que aquejaban a sus sirvientes. En su ideal, los sirvientes no deberían preocuparse por elegir su propio doctor, ya que esa sería tarea de los Caballeros de la Mesa Oval, un grupo de sabios educados en la Universidad del Iosemasquevosporquetengotitulo. En este sistema, los doctores serían empleados del castillo, cuyos sueldos y agendas serían también determinadas en detalle por resoluciones de la Mesa Oval. Tal sistema, que -entre nosotros, Sebastian- él debería haber sabido era un fracaso ya que los sirvientes de los castillos vecinos que lo habían implementado venían todos los días desesperados a golpear las puertas del castillo de Kennedy, sería puesto en marcha en una forma formidable esta vez.
"Eeeesta vez va a funcionaaaar"- decía el buen Ted.
Un día, Buen Ted se enfermó gravemente.
-Pero papá, no importa, verdad? El fue a consultar con los sabios Caballeros de la Mesa Oval para ver qué médico le tocaba, verdad?
- No Sebastian. El buen Ted estaba muy enfermo. Entonces contrató al mejor jinete del mundo para que lo lleve a ver al médico que él eligió.
- Pero papá. No es justo. Por qué los sirvientes no pueden elegir y él sí?
- Sebastian, no seas subversivo.
- Papáaaa. Terminá la historia.
- OK. OK. El buen Ted entonces se murió. Y los sirvientes, al ver que la idea de Ted no era tan buena siendo que él mismo no la pudo seguir, terminaron eligiendo a un Caballero llamado Míster Marrón, que con su espada liquidó a los Caballeros de la Mesa Oval. Colorín colorado, este cuento ha terminado.
- Papá. Ya sé porque te gusta la política a vos. Es como mis cuentos, siempre tienen un final feliz.
- A dormir, Sebastian.
No importa, Ramiro, lo importante es que sus intenciones siempre fueron las mejores. La miseria y el sufrimiento que causó durante toda su vida es un detalle menor que de ninguna manera opaca los logros de una existencia dedicada a servir a los que menos tienen. La intención es lo que vale.
ReplyDeleteEsperemos que el Míster Marrón de la vida real tenga el mismo éxito que el del cuento.
ReplyDeleteTodo aparenta que así será.
En definitiva, lo mejor que hizo Ted Kennedy en su carrear política fue morirse en el momento correcto (aunque, por otro lado, never too soon).
ReplyDeleteY Luis le puede contar a sus hijos la historia del Rey Danny, de la familia real Williams de Canada. Ese no tiene un final feliz, porque el rey Danny todavía vive, y sabe lo que es lo mejor para sus sirvientes... que no es lo mismo para él.
ReplyDelete* corrección: "sabe que es lo mejor para sus sirvientes"
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