Acá en Québec el gobierno de la provincia tiene el monopolio de los juegos de azar. Loto-Québec tiene casinos, vende loterías, raspaditas, lotos y todo lo que se puedan imaginar. Te bombardean con propagandas en radios, televisión y revistas. Pero, al mismo tiempo, financia un organismo que se dedica a luchar contra la adicción al juego.
El gobierno de la provincia también tiene el monopolio de la comercialización del alcohol. La SAQ, la Sociedad del Alcohol de Québec, auspicia eventos deportivos, sociales, culturales y demás y te revienta con propagandas en folletos. Lo más gracioso es que el principal argumento para justificar el monopolio estatal es la cantinela de que los habitantes de la provincia son como los pescaditos de colores, si un funcionario no les regula la cantidad que pueden consumir, terminan todos alcohólicos.
¿En qué quedamos?
¿Puede el estado pretender protegerte del exceso de algo y al mismo tiempo fomentar su consumo?
Detrás de esto hay una lógica, que es san estado.
ReplyDeleteTodo es posible en la dimensión estatista
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