Mar 6, 2010

Desde el sur de Chile

(Mensaje de correo electrónico que mandó una amiga chilena de Dolores a parientes y amigos)

Como ya sabrán por los noticieros nacionales e internacionales, el terremoto fue tremendo. Nuestra casa se movía como coctelera, y es horrible ver como se caían los rieles con las cortinas de los ventanales de nuestra pieza, abriéndose las puertas de par en par sin poder cerrarlas, con lluvia de tierra y escombros. ¡Dulce despertar!

Mi marido, como siempre, con la tranquilidad y la razón a toda prueba, corrió primero hacía los niños y luego a cortar la luz, el gas, y a llenar cuanta cosa que encontraba con agua.

Nosotros con los niños y mi hermana con mi cuñado y mi sobrino de 2 meses (que los habíamos convencido para que vinieran a visitarnos), rezábamos una y otra vez el rosario, y dábamos gracias a Dios de estar juntos y vivos. Más aún pensando en unos amigos que gracias a Dios no vivían ya en Talcahuano, dicho sea de paso, porque la casa que dejaron se la llevó el mar.

Ahí nos quedamos hasta las 6 o 7 de la mañana esperando la luz del día, en estado de shock, escuchando todos los mp3, mp4 que habían en la casa y la única radio, que no decía nada más que había habido un terremoto, y se mandaban mensajes de un lugar a otro, sin nosotros entender nada.

Esperamos hasta las 6 o 7 de la mañana que hubiera luz de día para recorrer nuestra casa, por lo menos los niños no lloraban ni gritaban ni nada, estaban para adentro igual que nosotros. Por todos lados mucha tierra y escombros, y mucho desorden, no se nos quebró nada, y lo único que no se salio de su lugar ni por medio centímetro fueron todas las imágenes de la Virgen ¡Que emoción! ella nos protegió. No había luz, agua, gas, teléfono, celular, Internet, nada de nada. La radio seguía trasmitiendo lo mismo. Ése sábado invitamos a almorzar a unos grandes amigos quienes vinieron a pasar el susto con nosotros y sus familias.

Ante tanta falta de noticias, mi marido y los hombres que estaban en la casa decidieron ir a recorrer la ciudad para saber algo más. Volvieron angustiados al ver como edificios nuevos, carreteras, calles, casas y tantas otras construcciones se habían caído, y otras que aún crujen y tal vez aún con probabilidad de caerse, tanta gente que lo estaba pasando tan mal. Ya les mandaremos fotos impactantes.

Pero lo mas devastador es la miseria humana, del pecado que destruye al hombre, a su esencia más profunda, que es el alma.

¿Cómo decir que estamos a puertas de ser un país desarrollado, cuando falta tanta educación? ¿Cómo decir que somos un país solidario del pobre al más rico, y del rico al más pobre, si habiendo esta catástrofe natural, lo primero que hicieron fue robarse la ciudad entera? ¿Cómo decir que Chile es un país católico, con valores? ¿Cómo los extranjeros no van a pensar que somos indios de pluma y ladrones, si esto es lo que ha
pasado?

Cómo olvidar que nuestra presidenta de Chile sobrevoló la Octava región y no fue capaz de bajarse a ver a su gente, cómo olvidar las noches de angustia y de terror que vivimos cada uno en nuestros barrios pensando que nos matarían por un plasma, un computador; la gente no quería comida, la gente no robo por hambre, no podemos decir que fueron los pobres, porque en los supermercados, farmacias y en todos lados habían autos carísimos saqueando a la par.

Cómo puede ser más importante la soberbia y la ambición de la política, que abandonaron ésta y otras regiones en las que hay muchas industrias que mueven al país.

La gente joven de esta ciudad no quiere ir a ayudar, están desilusionados y tristes, porque nos sentimos desprotegidos, angustiados, abandonados por Chile.

La Teletón, las ayudas del gobierno, son quizás para muchos de esos ladrones. Los puestos de bencina no venden más de $10.000 de bencina y con pago en efectivo, pero los cajeros automáticos no funcionan, y los que quedaron en pie se colapsan en un par de horas. No se vende comida, ni ropa ni nada hoy en Concepción. Los restaurantes, cafés y demás es saqueado y con grandes destrozos, el mall lo mismo. Aún no llega el gas, ni el agua.

Unos días después y con gran esfuerzo pudimos hablar por fin con Stgo, Buenos Aires, Estados unidos, Costa Rica. Y nos fuimos enterando de los grandes desastres que nos rodean, el tsunami en Talcahuano, la base naval que fue saqueada y que los marinos perdieron todo. Las playas de Dichato, Tome, coronel, Penco y tantos otros lugares donde la gente perdió todo.

Muchas gracias a todos por su gran cariño, por los que alcanzaron a llamar por milagro a la hora del terremoto, por los grandes amigos que vinieron a almorzar con nosotros el sábado, gracias a los amigos que no vemos desde hace mucho, por los primos que están lejos, por los tíos que rezaron y se acordaron de nosotros y de mis 80 y tantos kilos de mermelada de ciruela y de naranja limón casera (están a salvo, no se preocupen). Gracias por todos los mails recibidos, también a aquellos amigos que nos han traído regalos, por los que estaban en la Patagonia que de seguro también rezaron.

Un abrazo fuerte a todos, perdón la intensidad del mail, son tantos días sin dormir.

5 comments:

  1. ¡Qué verdades pavorosas nos revelan estas catástrofes! Nuestras sociedades están sólo integradas por el miedo a la policía.

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  2. Y después la gente está en contra del derecho a portar armas.

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  3. Muy buena la carta. Evidentemente a Chile se le "cayó la fachada" en todo sentido. Se ocultó información debajo de una falsa imagen de superación y de soberbia.

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  4. Anónimo, Yo creo que Chile le lleva décadas de solidez institucional y racionalidad en el manejo de la cosa pública al resto del subcontinente. Tiene por lejos la mejor casa de la villa miseria. Pero todavía le falta para mudarse al barrio de clase media.

    ¿Te imaginas cuál hubiera sido la reacción del gobierno y el ciudadano promedio ante una situación similar en Argentina?

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  5. Teniendo en cuenta que en la Argentina la gente no necesita de ninguna catástrofe natural de gran magnitud para salir a saquear, ya que sólo con los desmanejos del gobierno de turno le basta... y no, no cuesta mucho imaginar que la reacción del gobierno y del ciudadano promedio hubiese sido peor, mucho peor.

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