Ayer vi
The Fever, es de 2004, ya sé que vengo atrasado con las películas, como actor estaba el Maiquel Mur de la gente, eso me hizo sospechar de lo que se venía, fue una propaganda comunista anticapitalista de lo más berreta. Llena de clichés pedorros del estilo "los ricos son ricos porque los pobres son pobres".
Que haces alquilando eso. Luis ? No andaras en malas compañías vos, no ?
ReplyDeleteHe leído pocas cosas mas idiotas que el Movie Quote de la película que aparece en el link de imdb.
No me metan en bolonquis, fue Rothbard.
ReplyDeleteSin embargo vale la pena ver esa película porque muestra hasta que punto la retórica ideológica (en términos de Minogue) puede influenciar más allá de la lógica. Si prestan atención, el argumento no es una repetición del marxismo, y sin embargo hace al espectador pensar como un revolucionario leninista (o sea: como piensan casi todos los marxistas, ya que el fin es un tipo de revolución y no el contenido de la misma).
ReplyDelete¿Por qué digo que no es una repetición del marxismo? Fíjense bien. En el film todo gira alrededor de cómo los individuos con oficios que los hacen ricos serían asquerosamente egoístas respecto a otros sectores socioeconómicos (los pobres parece que son, en ese aspecto, noblemente egoístas) e intrínsecamente incapaces de ver la relación orgánica entre ellos y los pobres. La línea divisoria entre ricos y pobres no sería meramente económica y arbitraria; estaría marcada por un tipo de relación social, con lo cual hasta ahí todo suena muy marxista: el rico es más rico que el pobre porque es parte del conjunto de los opresores, y el pobre es más pobre que el rico porque pertenece al conjunto opuesto de los oprimidos (no habría margen de riqueza lograda sin opresión, margen por el cual un pobre podría oprimir al rico con otros medios, ya que toda la sociedad sería opresiva para un grupo, y por ende tendría un único explotador: el rico, etc. etc.). Pero cuando se llega a la explicación de en qué consiste y posibilita la opresión (que el personaje parece que "descubre" en su propio inconsciente, como una verdad indiscutible que sólo debe ser "revelada") el marxismo se evapora. Nada de "teoría del valor-trabajo", nada de explicaciones sociológicas, económicas o políticas complicadas pero que al menos intentan una buena fundamentación. Ya basta de eso, que es un riesgo a quedar en ridículo. La explicación se reduce a una escena dibujada y caricaturesca, sin fundamentos y sin coherencia, según la cual en una época muy lejana y ya desconocida hubo unos vándalos super violentos con más poder (que no se sabe de dónde sacaron su previa fuerza, riqueza o poder) que saquearon las tierras de unos habitantes prósperos y pacíficos, dejándolos con las tierras más pobres. Luego los pobres de ese tercer mundo topográficamente definido por una pobreza geológica habrían tenido que vender su tiempo de trabajo a un precio mucho menor y se habrían dedicado a las labores peor remuneradas para subsistir. Una versión bizarra de la teoría sociológico-histórica marxista de la "acumulación originaria" como origen de la moderna burguesía, falacia que Marx necesitó como apéndice para explicar la formación del primer capital burgués para su teoría de la explotación, y que hace rato pulverizó Schumpeter. Recuérdese que para Marx la acumulación de capital no es consecuencia sino causa de la explotación (a diferencia de todos los demás modos de producción con explotación extraeconómica), ya que explotaría porque sería el único capital que puede generar dependencia por retroalimentación a una utilidad plausible de ser monopolizada y que el mercado no puede generalizar. Pero este capital burgués, separado del supuesto "único verdadero trabajador", tuvo que haber surgido de algún lado, y ahí recurre a la invención histórica de una burguesía violenta que le quitó previamente a los trabajadores agrarios manoriales su capital, haciéndolos dependientes de una casta provisoria de violentos que eran los únicos que podían acumular capital, y cuya acumulación exclusiva se reforzaría a sí misma sin violencia (gracias a la TLV) por lo cual esa burguesía seguiría explotando sin necesidad de perpetuar aquella violencia original (siguiendo a Ricardo, para Marx el mercado de consumo tiende al equilibrio pero el mercado de trabajo al desequilibrio, etc.) O sea: lo de la película es una imitación mala de un argumento que ya refutara Schumpeter en sus análisis sobre la historia del imperialismo.
Pero repito, en esta película se intenta una versión nueva y ridícula de la acumulación originaria, puesta de cabeza ya que en vez de explicar el "imperialismo económico" desde la sociedad capitalista, explica el capitalismo económico desde una "sociedad imperialista". No intenta explicar como explotación la relación entre capitalistas y asalariados, sino la relación entre asalariados de diferentes países. Si Marx hubiera sabido que, de haber nacido en la transición a este siglo XXI poblado por retrasados mentales, podría haber logrado lo mismo con un argumento tan estúpido, se habría pegado un tiro antes que morir escribiendo Das Kapital. No sólo estúpido por lo tonto del argumento: estúpido porque es completamente contradictorio. Si se hace caso a lo que dice la película en esa breve escena, los países del primer mundo están llenos de trabajadores especializados y ricos por comprar lujos fabricados a bajo precio al tercer mundo a cambio de ofrecer de las prósperas tierras de Europa los alimentos para los cuales aquellos dependerían para sobrevivir. Pero resulta que sucede lo contrario, incluso desde la crítica tercermundista y pseudomarxista ya clásica de la "teoría de la dependencia".
ReplyDeleteCambiando un poco de tema, la única crítica con sentido que puede aceptarse de la izquierda y de cierta derecha reaccionaria, es aquella que acepta que la división del trabajo beneficia materialmente a todas las partes en tanto consumidores, pero que genera como productores una dependencia para con la propia ubicación social. No hay pobres porque hay ricos ni hay ricos porque hay pobres, pero sí hay grandes desigualdades autorreforzadas, porque para producir más riqueza e intercambiarla todos deben separarse y encerrarse en su trabajo al servicio de los demás, a cambio de que los beneficios se vivan en otro encierro basado en productos producidos por otros, hasta que el mercado lleve al número más eficiente de oficios, por lo cual sí es cierto que... hay arquitectos porque hay albañiles y hay albañiles porque hay arquitectos, y eso será así por mucha movilidad social que haya de generación a generación. Unos serán siempre más remunerados que otros dependiendo, a grosso modo, del coeficiente entre cantidades de individuos necesarios en las diferentes funciones socioeconómicos. Y donde los costos de transacción sean mayores a los costos de gestión (las empresas), unos tendrán que obedecer al trabajar y otros gestionar al trabajar. Los liberales podrán aceptar esta situación afirmando, y con razón, de que no hay propiamente explotación. Otros dirán que es alienante, que los individuos terminan creando con la socialización randiana del egoísmo nietzscheano una suerte de "tragedia de los comunes" respecto de su propia división del trabajo, "explotándose a sí mismos": que el trabajador menos especializado gana mucho más como consumidor que lo que pierde materialmente como productor, pero lo que pierde temporalmente como productor es, en su caso, mucho más valioso, y mucho más valioso, también, que lo que pierde aquel que sí tiene un trabajo más especializado, y así hasta llegar al gerente y el empresario (e incluso estos últimos, por muy buenos trabajos y hogares que tengan, pierden en comparación con una comunidad precapitalista que no debe vivir todo el día trabajando por la inercia del mercado para mantenerse en la cima). Como pesimista y nostálgico weberiano en el que me he vuelto, creo que puedo entender esta crítica casi comunitarista y reaccionaria a la sociedad mercantil con su mentalidad burguesa, y críticas parecidas a la muchedumbre solitaria, sea desde la izquierda (Bauman, Ellul) o desde la derecha (Nisbet, Weaver) o desde más allá (Finkielkraut, Houellebecq).
Pero, más allá de lo anterior, todas las demás críticas (además hipócritas) que se siguen intentando a la vida capitalista son puras estupideces. Y las que vayan saliendo se van a ir haciendo cada vez más descerebradas, al estilo de Naomi Klein, Viviane Forrester, Joel Bakan o Michael Moore.
Tenemos un crítico de cine...
ReplyDeleteTienen un crítico hace rato :)
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