May 19, 2010
Peter y Pedro
Peter nació en Maryland. Luego de recibirse con honores en MIT rechazó ofertas generosas de firmas de Wall Street que prometían una vida acomodada antes de los 25 años. Peter quería contribuir, ayuda, poner su grano de arena y dejar una marca positiva en el mundo. Diversas instituciones ofrecieron pagar el full ride al doctorado en Yale. Antes que caiga el gorro de graduación del aire, Ph.D. Peter ya tenía una oferta para un trabajo en una oficina con ventanas en el World Bank. Había logrado su sueño. A cambiar el mundo se dijo.
Pedro nació en Concepción, Tucumán, en el seno de una de las familias más importantes de la localidad. Pedrito fue siempre medio chanta. No le iba mal en la escuela, pasó, primero de grado después de año, sin problemas hasta llegar a la Facultad de Arquitectura de la UNT. En la facu tejió amistad con la gente piola, los chochamus del centro de estudiantes. Le dio en esa época por leer un libro de Galeano (sabemos que leyó dos libros en su vida... bah, se cuenta de nuevo un libro si uno lo lee dos veces?) y con eso se hizo experto en economía y política global. Los sábados salían a tomar cerveza, hablar de libros (bah, libro... el de Galeano) y a pintar paredes con ocurrentes leyendas ("Fuera el FMI", "Yanqui Go Home").
Tanto Peter como Pedro estaban obsesionados con la pobreza. Uno con la ajena, el otro con la propia. Ambos pensaban que algo andaba mal en el mundo... por qué algunos tienen tanto y otros tan poco?
Peter sabía la respuesta, sus profesores en Yale y en MIT le habían explicado que la revolución industrial ocurrida en Inglaterra había dejado al mundo sumido en la pobreza y que era hora de hacer comunión con "lo orgánico". Ya habían pasado muchas generaciones y no quedaban imágenes de esa nube de moscas que sigue a la miseria cubriendo la cabeza de los colonos en Massachusetts. Desde la comodidad que da la riqueza, Peter compuso las primeras pancartas contra "el calentamiento global".
Pedro en cambio seguía leyendo (ya iba casi casi llegando al epílogo del libro de Galeano). La culpa de la nube de moscas que él tenía sobre la cabeza tenía un nombre solo: el capitalismo. Y que mejor representante del capitalismo que el empleador de Peter: el Banco Mundial.
Los Peters del Banco Mundial han probado diversas recetas para matar las moscas en el patio de Pedro: primero la ayuda, el Plan Marshall para el tercer mundo. Luego del rotundo éxito que vimos en Africa, por nombrar una región, de los varios planes marshales, decidieron probar darles maquinarias y tecnología. Cuando ello fracasó, se puso énfasis en la educación. Y cuando se dieron cuenta que educación es algo más que escribir un cheque para comprar pupitres, pensaron lo que toda persona inteligente pensaría en esa situación: el poblema es que necesitamos muchos pupitres. Thank you very much Mr. Paul "Population Bomb" Ehrlich. Y cuando se dieron cuenta que el problema no es demográfico, pensaron que la solución pasaba por darles préstamos con la condición de que arreglen sus cuentas (sin saber que eso es lo mejor que hace un político del tercer mundo: "arreglar cuentas").
Pedro, desde el Bar Central, no podía estar más en desacuerdo: la culpa es de Peter. Y su pensamiento, por supuesto, es el opuesto al de Peter: los ricos tienen que mandar ayuda y plata a los pobres, bienes de capital, Thank You Mr. Prebhisch, sobrepoblación, préstamos sin intereses, perdón de deudas.
Oops.
Piensan igual.
Por lo menos Pedro no se traga el último verso de los Peters del mundo: eso de la vida orgánica (a Pedro que tiene una nube de moscas encima de la cabeza le vas a venir con eso de vida orgánica?).
Oops.
Sí. Ese buzón también lo compró en cómodas cuotas sin intereses.
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Y por ello, tanto Peter como Pedro deberían leer "The Elusive Quest for Growth", de William Easterly. Y tomarse un café juntos en el Bar Central. Pedro puede levantar apuntes de cual es the next new thing en como ser un progre cool, fashion y adelantado a sus pares del centro de estudiantes, Peter seguro va a disfrutar la historia que cuenta el libro que leyó Pedro. Afuera del bar, puede respirar tranquila la nube de moscas. No corren riesgo de extinción mientras individuos de bien como Pedro y Peter sigan llevando las riendas de este bendito planeta en el que vivimos.
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muy buen post Ramiro... alguien se preguntó de dónde brota esa coincidencia de pensamiento? solo de la difusión mediática? literaria?
ReplyDeleteEs la religión de la igualdad, el odio a alguien que tenga más, a la propia idea de la posibilidad de que alguien tenga más, sea por la razón que fuere.
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