El estado de la historiografía en la argentina es triste y lamentable. Es sólo en los últimos 15, 20 años que la tarea del historiador se viene profesionalizando, habilitando a un relato historiográfico mucho más sensato y creíble. Aún en la Universidad de Buenos Aires hay buenos ejemplos de ello, cosa que significa que no todo está perdido en éste ámbito. El problema no es que estos relatos no excedan de un ámbito académico pues de seguro que hay muchos dispuestos a hacerlo pero que también saben de la futilidad de tal esfuerzo. El verdadero problema es la imposibilidad del público de afrontar la verdad y los hechos tal cual fueron. Presentar una versión más ajustada a la realidad nacional sería la crucifixión instantánea de aquel que intentara divulgar esa versión más fiel y real de la historia argentina, una que sea francamente diferente de la mentira repetida del pobre pueblo, oprimido por una oligarquía cipaya y vendepatria y algún otro atributo denostado por la generalidad de la gente. Tulio Halperín Donghi, el más importante historiador de la argentina todavía con vida, intentó hacer algo así en algún momento. Y no le fue muy bien pese a ser reconocido internacionalmente como una de las autoridades máximas, no sólo en nuestro país, sino en historia de américa latina.
La ideología "nac&pop" reconstruye la mentira más burda del San Martín-Rosas-Perón, que lamentablemente, es el pescado podrido que compra la mayoría de la gente. Los divulgadores se alimentan de eso porque es redituable. Y, creo que incorrectamente muchos nos seguimos dando golpes contra la pared porque hasta nos vanagloriamos de la imperiosa y necesaria tarea que representa traer la historia a las masas. El problema es que toda la joda tiene un costo muy elevado pues la mayoría de los argentinos siguen creyendo que el país en 1910 era una basura total, que había una especie de oligarquía reprimiendo constantemente al bendito y sacrosanto pueblo, entre otras paparruchadas. (La idea de "Pueblo", otro gruesísimo error.) Pero tristemente, eso no es lo peor de todo. Hay personajes un poco más delirantes que terminan destilando estalinismo creyendo estupideces como que en 1810 la troupe de Mayo estaba intentando hacer una Revolución, símil 1917.
En resumen, los tristes problemas de recompensar un relato ahistórico, metodológicamente incorrecto, falso e ideológizado de la historia argentina que privilegia versiones partisanas y autocomplacientes de una postura política contra los hechos tal como fueron.
Si llegaron hasta acá, termino con un "No sé a qué vino tanto texto...".
Hay que construir el relato.
ReplyDeleteEsto más bien lo demuele por implosión...
ReplyDeleteEl estado de la historiografía en la argentina es triste y lamentable. Es sólo en los últimos 15, 20 años que la tarea del historiador se viene profesionalizando, habilitando a un relato historiográfico mucho más sensato y creíble. Aún en la Universidad de Buenos Aires hay buenos ejemplos de ello, cosa que significa que no todo está perdido en éste ámbito. El problema no es que estos relatos no excedan de un ámbito académico pues de seguro que hay muchos dispuestos a hacerlo pero que también saben de la futilidad de tal esfuerzo. El verdadero problema es la imposibilidad del público de afrontar la verdad y los hechos tal cual fueron. Presentar una versión más ajustada a la realidad nacional sería la crucifixión instantánea de aquel que intentara divulgar esa versión más fiel y real de la historia argentina, una que sea francamente diferente de la mentira repetida del pobre pueblo, oprimido por una oligarquía cipaya y vendepatria y algún otro atributo denostado por la generalidad de la gente. Tulio Halperín Donghi, el más importante historiador de la argentina todavía con vida, intentó hacer algo así en algún momento. Y no le fue muy bien pese a ser reconocido internacionalmente como una de las autoridades máximas, no sólo en nuestro país, sino en historia de américa latina.
ReplyDeleteLa ideología "nac&pop" reconstruye la mentira más burda del San Martín-Rosas-Perón, que lamentablemente, es el pescado podrido que compra la mayoría de la gente. Los divulgadores se alimentan de eso porque es redituable. Y, creo que incorrectamente muchos nos seguimos dando golpes contra la pared porque hasta nos vanagloriamos de la imperiosa y necesaria tarea que representa traer la historia a las masas. El problema es que toda la joda tiene un costo muy elevado pues la mayoría de los argentinos siguen creyendo que el país en 1910 era una basura total, que había una especie de oligarquía reprimiendo constantemente al bendito y sacrosanto pueblo, entre otras paparruchadas. (La idea de "Pueblo", otro gruesísimo error.) Pero tristemente, eso no es lo peor de todo. Hay personajes un poco más delirantes que terminan destilando estalinismo creyendo estupideces como que en 1810 la troupe de Mayo estaba intentando hacer una Revolución, símil 1917.
En resumen, los tristes problemas de recompensar un relato ahistórico, metodológicamente incorrecto, falso e ideológizado de la historia argentina que privilegia versiones partisanas y autocomplacientes de una postura política contra los hechos tal como fueron.
Si llegaron hasta acá, termino con un "No sé a qué vino tanto texto...".