No tiene sentido formar científicos, investigadores ni doctores con la idea que van a impulsar la economía y la innovación en un país con altos impuestos, difíciles de pagar, trámites para crear empresas interminables, regulaciones delirantes y arbitrarias, y con una economía tremendamente cerrada. Si la industria nacional, gracias a las protecciones arancelarias, se limita a producir bienes que hace 20 años se dejaron de usar en el mundo con máquinas de 1930, no tiene sentido tener centros de I+D.
Solo en el contexto de una economía abierta a la competencia mundial tiene sentido contratar científicos e ingenieros para que innoven con nuevos productos u optimicen procesos. Al tano que tiene la misma fábrica en San Justo que heredó de su padre, con las mismas máquinas de 1940, no le puso ni un peso encima y no le importa la innovación ni la eficiencia mientras que los aranceles a la importación de lo que produce sean del 40%. La investigación no es un fin en sí mismo, ni la más básica, es el producto de una carrera por el liderazgo mundial en materia de conocimientos basado en la competencia internacional de los productores de bienes y servicios.
"Después de algunos años de descenso, lentamente se está recuperando la matrícula de aspirantes a la mayoría de las carreras de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN), uno de los centros de la formación de científicos "duros" (biólogos, químicos, físicos, matemáticos, meteorólogos, etc.) con que cuenta el país.
La curva asciende, pero dada la importancia de esa "fábrica" de talentos científico-tecnológicos (entre otras cosas, para imprimir un impulso innovador a la economía), cabe preguntarse por qué la afluencia de estudiantes a las llamadas ciencias duras es tan endeble: de las diez carreras que se cursan en esa facultad, el porcentaje de retención (los alumnos que, después de inscribirse, siguen cursando) varía entre el 20 y el 50%."
Justo lo decía ayer en un post. Eso de preocuparse por la productividad, la eficiencia y la innovación es de neoliberales noventistas.
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