Es al fart

Hace unos días salió publicada en La Gaceta una columna de Julio sobre Canadá, refutando la premisa principal del libro de cabecera de todo progre latinoamericano que se precie de tal: “Las venas abiertas de LA”, de Galeano.

Un lector anónimo deja el enlace de una supuesta respuesta en el mismo diario a la columna de Julio. El autor recicla todos y cada uno de los lugares comunes del socialismo nacionalista latinoamericano.

A veces tengo la sensación de que de lejos parece que hablamos de lo mismo pero en realidad hablamos de cosas muy diferentes.

La premisa principal del panfleto de Galeano es muy atractiva emocionalmente y se ha convertido en el principio guía de millones de habitantes del subcontinente (y del primer mundo): los pobres son pobres porque los ricos son ricos.

La economía es una ecuación de suma cero, para que alguien gane alguien tiene que perder, y la realidad se explica a través de una sucesión de complots, mediante los cuales los países ricos se organizan para saquear a los pobres. La riqueza es lo que existe, no lo que se genera. La torta es siempre la misma y lo único que queda es luchar por una porción más grande.

Según este personaje, el contraejemplo de Canadá no corresponde porque no se trata de un país latinoamericano. Si mañana Julio escribe sobre Chile o Colombia, este señor le dirá que tampoco son ejemplos válidos porque son países latinoamericanos que empiezan con la letra "c".

De nada sirve explicar que los países más prósperos de la región (y del mundo) son los que más inversiones reciben y los que cuentan con mayor participación en el comercio internacional.

Si la ausencia de inversiones extranjeras y el aislamiento internacional fueran el camino al desarrollo económico, Cuba tendría el nivel de vida e ingresos de Canadá y Canadá el de Cuba, y Haití estaría entro los países más ricos del planeta.