Aug 19, 2010

Teddy


Llegó hace dos años para un cumpleaños de Flor. En realidad, lo llegamos: lo compramos de purretín y cabía en la palma de mi mano, casi. Segundos antes de la entrega lo metimos en una bolsita de papel madera y se la dimos a la gordi. Cuando lo miró pensó que era un peluche, pero al sacarlo de la bolsita vio que se movía y se puso a los gritos de contenta. Tengo por ahí un video del chirimbolito jugando con una pelota por aquel entonces. Una cosa tan atolondrada como simpática.

Hoy en día nos espera al llegar del laburo, da vueltas al auto como loco cada vez que llegamos y después se tira panza arriba en el sillón para que lo "saludemos", cosa que indefectiblemente hacemos Ana y yo con consignas cariñosas del tipo "¡Hola negro puto, holaholaholaholahola! ¡Perro del orto, hola Teddy!" (al compás de salvajes cosquillas en la panza nuestras, y lamidas hasta el antebrazo suyas) y demás bobadas del estilo.

Con él aprendí que es cierto eso de que te quieren más que tu esposa, con el consabido experimento de encerrar a ambos en el baúl del auto por una hora y después, al abrir de vuelta, fijarse a ver quién es el que está más contento de verte. Teddy, por goleada.

José Luis

(Su bicharraco no molesta)

8 comments:

  1. Un maestro el negro puto. Lo queremos mucho.

    JL

    ReplyDelete
  2. Cómo se encariña uno con estos bichitos, parece mentira.

    ReplyDelete
  3. una cosa que nos regalan nuestras mascotas es el poder abrirnos a la ternura (sorry, pero me esta saliendo un poco cursi..jajaj) sin riesgos.. no nos evaluan, juzgan ni ridiculizan.. .toman lo que les damos con alegria y demuestran reconocimiento... es muy lindo experimentar esa libertad de sentimientos... no se, divagaciones que me vinieron a la mente al leer el comentario de Jose Luis...

    ReplyDelete
  4. Ay! Que liiindo!!! Es perfectamente "fufable".

    Una conocida mía, veterinaria de profesión, que supo andar por la TV hace unos cuantos años atrás, acuñó el término para describir a los animalitos peluditos, mimosos, lindos, que dan ganas de agarrarlos y hacerles fu fu fu fu...

    ReplyDelete
  5. El turro mío consiguió rápidamente y a los empellones dormir entre los dos.

    ReplyDelete
  6. El experimento mío es el de darle un caramelo perruno para que no haga kilombo cuando lo dejamos solos, y funciona bastante bien, no te llora por un caramelo.

    ReplyDelete

Note: Only a member of this blog may post a comment.