Es difícil saber porqué en esta sociedad la palabra 'disciplina' es tan negativa.
Los agitadores políticos de izquierda, a quienes les importa bien poco si esos estudiantes conseguirán insertarse exitosamente en el mundo laboral el día de mañana, han decidido que 'disciplina' es una mala palabra, y que los estudiantes no van a los colegios a aprender sino a realizar otras actividades que nadie sabe bien cuáles son.
Esta deformación ya había comenzado con el Carlos Pellegrini y el Nacional Buenos Aires, que han perdido sus atributos de centros de enseñanza de calidad que fueron en el pasado.
Ambos colegios han sufrido un descrédito aún superior al de la Universidad de Buenos Aires, de la que dependen.
Fuerzas políticas 'progresistas' (¿?) han logrado tener una 'cabecera de playa' en esos establecimientos y los docentes no han tenido o no han querido tener a mano las herramientas necesarias para imponer el orden, sancionar a los transgresores y brindar un ejemplo de lo que no se puede hacer.
En 2010, porque hay que destruir a Mauricio Macri y al PRO, los activistas han extendido su acción perjudicando a miles de hogares que no son del PRO o no les importa el PRO o no tienen ninguna preferencia política.
¿Dónde irán a parar esos estudiantes el día de mañana?
No les importa.
La pérdida de parte del ciclo lectivo supone una menor capacidad de competitividad futura porque hay conocimientos que no se incorporan y porque todo lo que hoy día sucede tendrá profundas secuelas en el funcionamiento futuro de esos centros que, en el pasado, fueron de enseñanza.
En los colegios tomados, por el testimonio de padres y autoridades escolares, ha ingresado alcohol y otras sustancias tóxicas más graves (el problema del alcohol en los adolescentes merecería una atención de los mayores antes que sea tarde), se ha faltado el respeto y burlado a los docentes que pretendieron cumplir con su deber (no son todos, vale la pena recordar) y se ha destruido alguna infraestructura que es de todos los contribuyentes.
Porque los colegios no son de los estudiantes sino de los contribuyentes, que los pagan.
Los estudiantes son invitados por los contribuyentes a intentar capacitarse para cumplir con el ciclo de proyección de una sociedad. Y los estudiantes concurren a formarse, con la idea de llegar a superar a quienes les precedieron y pagaron su enseñanza.
Pero aqui se está permitiendo que los estudiantes gocen de una autoridad para la que no están preparados y de la que, en verdad, carecen.
En parte porque son ignorantes (por eso son estudiantes, porque tienen que aprender todavía), y en parte porque son menores de edad (dependen de padres o tutores).
Pero en 20 colegios secundarios porteños hay una situación inexplicable y peligrosa para el resto del sistema escolar. Y es insólito que las autoridades de la Ciudad hayan renunciado a informar, en sede policial, la identidad de los precoces delincuentes que han tomado por asalto los colegios.
Un símbolo de la época es la inactividad de la Justicia de la Ciudad, en especial de los genuflexos, fofos de espíritu, fiscales que deberían actuar antes que la situación llegue a niveles sin retorno.
Aún cuando dentro de 24 horas, y luego de una marcha desde el Ministerio de Educación de la Nación hasta el de la Ciudad, esos estudiantes levanten las tomas de colegios, lo que ha ocurrido no podrá olvidarse ni ignorarse.
Los contribuyentes tienen todo el derecho a preguntarse si tiene sentido seguir invirtiendo en el sistema tal como funciona o si no es necesario introducir correctivos antes de plantearse incrementar la inversión.
Al menos no son estos jóvenes inadaptados quienes pueden exigirle a los contribuyentes un incremento de la inversión. Ni tampoco lo son algunos dirigentes gremiales docentes que manchan la imagen de lo que es la docencia (y, por suerte, ellos se asumen con el proletario título de 'trabajadores de la educación').
Los agitadores políticos de izquierda, a quienes les importa bien poco si esos estudiantes conseguirán insertarse exitosamente en el mundo laboral el día de mañana, han decidido que 'disciplina' es una mala palabra, y que los estudiantes no van a los colegios a aprender sino a realizar otras actividades que nadie sabe bien cuáles son.
Esta deformación ya había comenzado con el Carlos Pellegrini y el Nacional Buenos Aires, que han perdido sus atributos de centros de enseñanza de calidad que fueron en el pasado.
Ambos colegios han sufrido un descrédito aún superior al de la Universidad de Buenos Aires, de la que dependen.
Fuerzas políticas 'progresistas' (¿?) han logrado tener una 'cabecera de playa' en esos establecimientos y los docentes no han tenido o no han querido tener a mano las herramientas necesarias para imponer el orden, sancionar a los transgresores y brindar un ejemplo de lo que no se puede hacer.
En 2010, porque hay que destruir a Mauricio Macri y al PRO, los activistas han extendido su acción perjudicando a miles de hogares que no son del PRO o no les importa el PRO o no tienen ninguna preferencia política.
¿Dónde irán a parar esos estudiantes el día de mañana?
No les importa.
La pérdida de parte del ciclo lectivo supone una menor capacidad de competitividad futura porque hay conocimientos que no se incorporan y porque todo lo que hoy día sucede tendrá profundas secuelas en el funcionamiento futuro de esos centros que, en el pasado, fueron de enseñanza.
En los colegios tomados, por el testimonio de padres y autoridades escolares, ha ingresado alcohol y otras sustancias tóxicas más graves (el problema del alcohol en los adolescentes merecería una atención de los mayores antes que sea tarde), se ha faltado el respeto y burlado a los docentes que pretendieron cumplir con su deber (no son todos, vale la pena recordar) y se ha destruido alguna infraestructura que es de todos los contribuyentes.
Porque los colegios no son de los estudiantes sino de los contribuyentes, que los pagan.
Los estudiantes son invitados por los contribuyentes a intentar capacitarse para cumplir con el ciclo de proyección de una sociedad. Y los estudiantes concurren a formarse, con la idea de llegar a superar a quienes les precedieron y pagaron su enseñanza.
Pero aqui se está permitiendo que los estudiantes gocen de una autoridad para la que no están preparados y de la que, en verdad, carecen.
En parte porque son ignorantes (por eso son estudiantes, porque tienen que aprender todavía), y en parte porque son menores de edad (dependen de padres o tutores).
Pero en 20 colegios secundarios porteños hay una situación inexplicable y peligrosa para el resto del sistema escolar. Y es insólito que las autoridades de la Ciudad hayan renunciado a informar, en sede policial, la identidad de los precoces delincuentes que han tomado por asalto los colegios.
Un símbolo de la época es la inactividad de la Justicia de la Ciudad, en especial de los genuflexos, fofos de espíritu, fiscales que deberían actuar antes que la situación llegue a niveles sin retorno.
Aún cuando dentro de 24 horas, y luego de una marcha desde el Ministerio de Educación de la Nación hasta el de la Ciudad, esos estudiantes levanten las tomas de colegios, lo que ha ocurrido no podrá olvidarse ni ignorarse.
Los contribuyentes tienen todo el derecho a preguntarse si tiene sentido seguir invirtiendo en el sistema tal como funciona o si no es necesario introducir correctivos antes de plantearse incrementar la inversión.
Al menos no son estos jóvenes inadaptados quienes pueden exigirle a los contribuyentes un incremento de la inversión. Ni tampoco lo son algunos dirigentes gremiales docentes que manchan la imagen de lo que es la docencia (y, por suerte, ellos se asumen con el proletario título de 'trabajadores de la educación').
Bueno, del kirchnerismo infame no espero nada, obvio.
Pero para escuchar alguna propuesta seria de los 'presidenciables'... primero me voy a caminando Siberia a comprar un helado y una reposera, y después vuelvo.
Raquel Reznik
Raquel tus post son muy largos, te pido perdón por no leerlos todos.
ReplyDeleteSalu2 Gabriel
Me gustó el título porque es exactamente descriptivo de la realidad. Tenés razón, es disciplina lo que aquí falta y lo que ofende a algunos. El futuro es negro. Un saludo.
ReplyDeleteEn Argentina hablan de 20 escuelas secundarias que no funcionan por haber sido tomadas por los alumnos como si nada, como si se tratara de una causa de fuerza mayor, un incendio o terremoto, como si las hubiera dejado inutilizadas una sudestada.
ReplyDelete¿Por qué semejante resignación ante el fracaso?