Un buen criterio para identificar el grado de populismo de un político o candidato es contar la cantidad de veces que mecha “pueblo” y “social” en sus declaraciones públicas. Los no populistas suelen hablar de la “gente” o los “ciudadanos”:
Hoy en día el pueblo es un recurso retórico, una palabra que se usa para darle valor a la pobreza, cuando correspondería tratar de resolverla mediante la producción de riqueza. Los populares dan subsidios, para mantener a todos como sus hijitos pobres. Una política para el desarrollo generaría trabajo, abriría mercados, uniría recursos, sería capaz de proyectos sociales serios, de ver las verdades de la vida comunitaria. Los populares mienten las cifras, para que su lucha parezca buena, cuando no lo es. Los populares arman peleas, para convencer a los pobres de que están amenazados por los ricos, para que no se logre un acuerdo, buscan preservar el estado primitivo de la sociedad porque sacan partido de la situación. Los populares se llenan de plata, y si se lo ponen en evidencia dicen que lo hacen por el bien del pueblo.
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