¿Por qué después de siete años (ocho contando el gobierno de Duhalde) de aplicación a rajatabla del “modelo” nacional, popular y progresista, de la producción y del trabajo, el de la sensibilidad social, la solidaridad, la dignidad recuperada y la redistribución de la riqueza, el estado de ánimo social sigue tan caldeado?
¿Será como dicen algunos de sus defensores, que es imposible reparar décadas de horrores neoliberales, de capitalismo salvaje, en unos pocos años progresistas?
Será cuestión de seguir insistiendo, entonces.
El público se renueva, por eso la misma partitura, el mismo fracaso casi ininterrumpido desde hace 70 años no aburre.
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