Yo creo que es por necesidad y no por virtud, pero si se trata de una mayor moderación, bienvenido sea:
Pero no estamos ante un giro copernicano de la política económica.
Mostrar un discurso menos agresivo hacia el Fondo Monetario Internacional puede ayudar a suavizar la imagen de “transgresor serial” que tiene el país dentro del G 20, y postergar la tarjeta roja que varios países pedían para un gobierno que no se somete a las reglas que el resto acepta.
Pero el Indec necesita ser reconstruido en sus métodos, recursos humanos y reputación. Eso no sólo implica crear un nuevo índice. Y la negociación con el Club de París no tiene ninguna vinculación con el departamento de estadísticas del Fondo, sino con uno de auditoría.
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