Dec 3, 2010

La descripción de la viuda de Kirchner que hace Reymundo Roberts

¿No le va también como anillo al dedo a millones de argentinos, al colectivismo se lo dejo para la negrada, para mí capitalismo bien salvaje?

En primer lugar, el cable estaba titulado "En Cristina, todo es armonía". Y sostenía esa afirmación con un reguero de pruebas: la Presidenta pronuncia dos o tres discursos por día y su palabra es envidiablemente fresca, creativa, florida, llena de interesantes reflexiones sobre el pasado y de promesas para el futuro; considera una pérdida de tiempo reunirse con su gabinete, negociar con la oposición y atender a la prensa, actividades que, como todo el mundo sabe, en una democracia no tienen importancia alguna; viaja por el país y por el mundo y su relato es el mismo cuando se dirige a los desposeídos del conurbano o a los capitalistas de Wall Street; tiene una extraordinaria paciencia para soportar a funcionarios que no contribuyen nada con las investigaciones de organismos internacionales sobre vinculaciones de la Argentina con narcotráfico y lavado de dinero; afronta con absoluto donaire el hablar una y otra vez de la redistribución de la riqueza siendo, como es, una mujer rica, riquísima, una muy buena capitalista; ama a Chávez y ama sacarse una foto con Obama; ama el indigenismo de Evo Morales y las líneas puras de Louis Vuitton; ama los helicópteros, los aviones y los trenes bala; ama la diplomacia formal y las embajadas paralelas; ama los medios periodísticos del Gobierno y no ama tanto a los independientes; odia la inflación y, como la odia, ama el Indec de Moreno; odia a los menemistas y a los duhaldistas, y ama a los kirchneristas que antes fueron de Menem y de Duhalde; odia el mercado y ama que el FMI la ayude a volver a los mercados.

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