Fíjense que millones de argentinos - no sé si una mayoría – considera que todo lo que tenga que ver con la modernidad, con el progreso, con la libertad, con el respeto por la ley y los contratos, con el estado de derecho, con hacer bien las cosas, con la seriedad, con la moderación, con el profesionalismo, con el respeto, con la consideración por los demás y su propiedad, con la madurez debe ser automáticamente rechazado por extranjerizante.
Nunca lo voy a terminar de entender.
Pero si para toda esa gente la modernidad es lo foráneo, debemos concluir que lo que mejor refleja su idiosincrasia es la antimodernidad o lo premoderno, a lo que paradójicamente te lo quieren vender como vanguardia.
Es de locos en serio.
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