Insisto, el clientelismo es una práctica política deleznable que tiene mucho más que ver con el feudalismo que con la democracia liberal.
Pero si la idea es ponerlo en práctica a toda costa, ¿no sería preferible toda la vida volver a épocas no tan lejanas cuando en lugar de decodificadores y televisores se repartían bolsones de alimentos, zapatillas, juguetes, útiles escolares, chapas y colchones?
¿Se dan cuenta del profundo desprecio que siente esta gente por el “pueblo”?
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