Que no les quede la menor duda de que todo es para estricto consumo interno. ¿Las diría si no estuviera convencida de que el nacionalismo berreta sigue galvanizando a millones de argentinos?
¿Qué puede haber motivado el inesperado desplante presidencial? ¿La necesidad de tapar con humo la oscura pesadilla desatada por los Schoklender? ¿La búsqueda de temprano rédito electoral? ¿Un estilo personal demasiado agresivo? Cualquiera se la razón, lo sucedido no nos ayuda. Una cosa es la defensa irrenunciable de nuestros derechos, que cabe aplaudir y apoyar. Otra, bien distinta, es caer equivocadamente en conductas inusuales con consecuencias adversas.
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