Hoy se conoció otro estudio, encargado por los que están a favor del tema, que indica que en esta zona hay un 25% de déficit comercial. Es decir, que en el mercado hay 25% menos de comercios de los que debería haber.
Creo que los términos del debate entre los que pretenden limitar la competencia y los que quieren invertir alcanzan para darse una idea de la marcada tendencia hacia la planificación central que hay en la provincia. A pesar de que Québec es un paraíso libertario en comparación con Francia, yo creo que es cultural.
En una economía donde no existen restricciones ni de ingreso ni de salida, es absurdo hablar de déficit o superávit de oferta comercial o de lo que sea. Si hay comercios de más, los que menos satisfagan las necesidades de los consumidores deberán cerrar. Si los que hay no satisfacen las necesidades de los consumidores, debería haber una cola de empresarios para abrir otros.
Esta ciudad, como todas en Québec, tiene leyes de zonificación estrictísimas. Me parecen un disparate, pero bueno, así son las cosas. En un gobierno de la ley, los empresarios saben a qué atenerse. El problema es que, además de la zonificación, toda nueva inversión tiene que enfrentarse automáticamente a la oposición de ONGs, grupos de vecinos y demás organizaciones, en la mayoría de los casos financiadas y organizadas por los competidores directos de los proyectos de inversión.
De más está decir que si en una economía el ingreso de nuevos jugadores depende de la aprobación de sus competidores estamos todos listos.
Fíjense que al restringir la competencia se logra el resultado exactamente opuesto al que se busca con este tipo de regulaciones: mayor desprotección de los consumidores que deberán pagar más caro por bienes y servicios. Lo único que mantiene honestos a los empresarios es la competencia. Todo lo que la favorezca es en beneficio de los consumidores, especialmente los de menores ingresos. Todo lo que la limite, los perjudica.
shuskrivo, digo: suscribo 100%.
ReplyDeleteDon Freeman.