O si durará lo que el proverbial cuesco en el cesto de mimbre. Pero qué diferencia con lo que pasa en el resto de la región, incluida la Argentina.
Si los latinoamericanos no terminan de entender que para terminar con la corrupción estructural hace falta limitar al máximo posible el poder discrecional de los funcionarios, no habrá una solución definitiva y duradera al problema.
Sigo creyendo que son estas cosas, y no los proyectos faraónicos/delirios de grandeza como “trenes bala” o fábricas de aviones, los que hacen la diferencia entre un país al que le va como a Venezuela y a otro al que le va como a Chile.
(Gracias, Andrés)
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