Steve Jobs - 1955-2011

Este es el histórico aviso con el que salió la Macintosh en 1984, dirigido por Ridley Scott

Pocos tipos en la historia han sido tan transformadores como Jobs.

Varios podrán decir "bueno, a ver, sólo hacía computadoras, telefonitos y MP3s caros" y -a pesar de que eso podría considerarse objetivamente cierto- la frase implica una subestimación gigantesca.

Yo empecé a trabajar con computadoras en los tiempos en los que mover un archivo implicaba darle un comando a la computadora. Y "darle un comando" no era seleccionar con una flechita un objeto en la pantalla y hacer un par de teclazos, nada de eso: había que escribir una señorita instrucción en el lenguaje del sistema operativo. Con letras y palabras y símbolos. Escribiendo en un teclado. Imaginándonos los objetos que estábamos moviendo con esa instrucción.

Jobs vino a cambiar todo eso. Puso los objetos en la pantalla y nos dejó que laburáramos directamente con ellos. El archivo está ahí, lo ves. Operás directamente sobre él. No es una línea con datos en un listado de las cosas que hay en una carpeta (que antes se llamaban directorios).

No inventó eso Jobs, ya estaba inventado. Doug Engelbart en el '68 ya boludeaba con ratones y flechas en pantalla. La interface gráfica de ventanas, menús e iconos como la conocemos hoy ya había sido desarrollada a principios de los 70s por el genial petiso de Alan Kay y otros en el célebre Xerox PARC. Pero todos esos fueron desarrollos en una torre de marfil, en centros de desarrollo con grandes presupuestos, en computadoras ajenas al gran público. El mérito de Jobs fue juntar todo eso en un producto para el gran público cuando en 1984 sacó la Macintosh. Y la rompió. Productizar esos conceptos suena a negocios, a tarea ingenieril, pero fue mucho más una obra creativa que ingenieril. Jobs hizo de Prometeo al robar de los dioses del Olimpo informático el fuego que hoy damos por sentado acá entre los mortales. Las computadoras TIENEN ventanas. Las computadoras SE MANEJAN con un mouse. Los archivos son OBJETOS en la pantalla con los que se pueden hacer cosas. Por sentadas las pelotas. Antes eso no existía.

Se equivocó varias veces Jobs. La pifió un montón. Una de las cosas que lo hacen un personaje excepcional es que nunca miró para atrás. Siempre siguió haciendo cosas. Lo echaron de Apple en una jugarreta, y el tipo a los 30 fundó NeXT y se puso a hacer sus computadoras. No fue un éxito, pero era, en ciertos sentidos que no vienen al caso, y como de costumbre, revolucionaria; y no sé si muchos saben que Tim Berners-Lee, el padre de la World Wide Web hizo correr el primer servidor WEB del planeta en un cubo NeXT.

Ahora escucho en la radio o en la tele elegías al personaje, y a horas del anuncio ya me cansé de oír que Jobs hacía tal cosa o hacía tal otra, o pensaba esto o pensaba aquello, o que dijo esto o lo otro. Dicen esas cosas como consejos, como diciendo: "para ser un Jobs es necesario hacer esto y esto, ser de esta manera, pensar tal y cual cosa", o "si encontrás una persona que piense, sienta y actúe como este tipo, ese ponele la firma que va a ser un símil-Jobs". Idioteces. Lo que los personajes geniales hacen, dicen, piensan, no es el núcleo de su genialidad sino apenas su subproducto. El genio no se puede ver ni medir, el genio solamente es. Su genialidad está en algún lugar oculto de su psiquis (o de su alma, como cada uno prefiera) mucho más allá de lo que cualquiera pueda desentrañar.

La genialidad de Jobs lamentablemente, y como ocurre con todos los genios, se fue con su portador. Por eso para mí hoy es un día triste, y a la vez celebro con copa en alto su paso por el mundo.