The Guy |
En un día como hoy nacía Publio Aelio Adriano. Más conocido como Adriano a secas, el que supo emperadorear Roma en el sII. El que siguió a Trajano, al que sucedió Antonino Pío y luego Marco Aurelio, el filósofo, en esa línea tan particular de emperadores excelentes.
Nacido en lo que hoy es España, el tipo fue un estadista que estabilizó las fronteras de Roma, fue un administrador excelente que ordenó el Imperio, fue un guerrero severo, fue un intelectual (la barbita que ostenta no se usaba en ese entonces excepto por los que se consideraban filósofos), fue un tipo profundamente sensual y enamorado (de su joven Antínoo, un hermoso muchachito griego por quien -cuando se murió- Adriano "lloró como una mujer"), fue un poeta (las tres palabras del título son el primer verso de una ¿aliteración es, Enmascarado? de su autoría). Un statesman colosal, integral, como quien quizás no ha vuelto a parir la Historia. En estos tiempos tan emputecidos e ilógicos, a un gil como yo de alguna manera lo consuela la figura de Adriano. No, no es que me gusten los líderes esclarecidos, todo lo contrario, y él no lo era: se supo rodear muy bien, honró y alentó la capacidad para los puestos públicos, y supo delegar partes de su poder en gente proba y criteriosa, alineada con sus criterios. Me gusta la figura sutil de Adriano.
O por ahí es solamente la exquisita cuenta que hace de él Marguerite Yourcenar en sus Memorias de Adriano, el libro más bello que he leído y que posiblemente lea, traducido magistralmente al Castilla nada menos que por Julio Cortázar, en un trabajo tan magistral como merecía esta obra de Yourcenar. El libro está organizado como una serie de cartas que el mismo Adriano, próximo a su muerte, le hace a su sobrino Marco Aurelio, contándole su vida. Siempre lo recomiendo, y ya lo he recomendado antes por acá. Bueno, vuelvo a joder con lo mismo.
Comer un fruto significa hacer entrar en nuestro Ser un hermoso objeto viviente, extraño, nutrido y favorecido como nosotros por la tierra; significa consumar un sacrificio en el cual optamos por nosotros frente a las cosas. Jamás mordí la miga de pan de los cuarteles sin maravillarme de que ese amasijo pesado y grosero pudiera transformarse en sangre, en calor, acaso en valentía.
Marguerite Yourcenar
Memorias de Adriano
Adriano Celentano.
ReplyDelete"Inamorato pazzo", película de Celentano en la que vi la primera teta en cine. Y era de Ornella Muti. Qué un buen comienzo.
ReplyDeleteJL
Muy linda prosa la del párrafo final.
ReplyDeleteEsta vez le haré caso a su recomendación.
Klaus, buenísimo. Avisame si te viene bien la -ejem- versión electrónica y te paso.
ReplyDeleteJL
De ese párrafo me gusta todo, y particularmente el "un sacrificio en el cual optamos por nosotros frente a las cosas". En estos tiempos tan ecologistas, vegetarianos y qué sé yo, nos la pasamos haciendo sacrificios en los que -al revés- optamos por las cosas frente a nosotros.
ReplyDeleteJL
Cito a Flaubert:
ReplyDelete"Cuando los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento en que el hombre estuvo solo”
En el medio de esa época vivió Adriano.
JL
Acabo de bajármelo gratis y legal, versión.doc... ¿se los mando?
ReplyDeleteAnimula vagula blandula
ReplyDeletehospes comesque corporis
quae nunc abibis in loca
pallidula rigida nudula
nec ut soles dabis iocos.
"Mínima alma mía, tierna y flotante
huésped y compañera de mi cuerpo
descenderás a esos parajes
pálidos, rígidos y desnudos
donde renunciarás a los juegos de antaño".
Andy, pasá el link al popolo.
ReplyDeleteNico, satamente. Del puño del propio Emperador.
Y son las últimas palabras del libro, al él morir, que Yourcenar (y Cortázar) las dejan en lengua romance.
JL
Adriano tambien fue humilde: terminò de construir el famoso Panteon ("el edificio perfecto")que se encuentra en Roma, y, al contrario de la usanza de la època, dejò que quedara el nombre de su primer constructor (Agrippa) resignando poner el suyo. Se puede ver el nombre aùn hoy en el friso inmenso de la entrada.
ReplyDeleteEmma Peel
No sabía, Emma. Muchas gracias por el dato. Realmente, un pingazo el pibe.
ReplyDeleteJL
Lo conocía mas por el muro que lleva su nombre, en los confines de Britannia. Muy interesante.
ReplyDeleteValeria, tal cual. Esa también la hizo hacer él. Viajaba bastante también. Pero amaba Grecia.
ReplyDeleteJL
Publicad los enlaces, con nuestra gratitud.
ReplyDeleteKlaus,
ReplyDeleteAcatá.
Te va a mostrar el documento en pantalla. Hacés clic con el botón secundario en la página del libro, seleccionás Guardar como... y voilà.
En PDF.
JL
Al final del libro, como en todas las ediciones que he visto de las Memorias de Adriano, está la transcripción del cuaderno de notas de la Yourcenar, con sus comentarios hechos durante la escritura del libro. Son casi tan valiosos como el libro en sí. A la mina le rondó la idea de escribir una novela sobre Adriano durante décadas, empezó y lo dejó, y hasta se sintió poca cosa para la tarea. Y un día se decidió. Acá (esto está en las notas estas que te digo) está su relato del tema:
ReplyDeleteEn diciembre de 1948 recibí de Suiza, donde la había dejado durante la guerra,
una maleta llena de papeles familiares y cartas de más de diez años de antigüedad.
Me senté junto al fuego para acabar con esa especie de horrible inventario de cosas
muertas; me pasé varias noches en soledad ocupada en eso. Deshacía atados de
cartas; releía, antes de destruirlo, ese montón de correspondencia con personas
olvidadas y que me habían olvidado, algunas vivas, otras muertas. Algunos de esos
papeles databan de una generación anterior a la mía; los nombres mismos no me
decían nada. Arrojaba mecánicamente al fuego ese intercambio de frases muertas
con Marías, Franciscos y Pablos desaparecidos. Desplegué cuatro o cinco hojas
dactilografiadas; el papel estaba amarillento. Leí el encabezamiento: «Querido
Marco... » Marco... ¿De qué amigo, de qué amante, de qué pariente lejano se trataba?
No advertí de inmediato a quién se refería el nombre. Al cabo de unos instantes,
recordé de pronto que ese Marco no era otro que Marco Aurelio, y supe que tenía en
mis manos un fragmento del manuscrito perdido. Desde ese momento, me propuse
reescribir ese libro costara lo que costare.
'cha'gracias!
ReplyDeleteAprovecho para recomendar la cortas pero profundísimas "Meditaciones" de Marco Aurelio, un libro impresionante.
ReplyDeleteSe puede adquirir en la web al costo de su servicio de Internet nada más.
Genial post JL! Muy buenos los comments.
ReplyDeleteGente curta, che!
Nos hacemos, Freeman, nos hacemos. El día en que cierren la Wiki no posteo más. Mi erudición es cibernética.
ReplyDeleteJL
Eh, amigo, wenísimas las Meditaciones, eh? Altas letras, capo el Marco Aurelio (dígase esto en tono canyengue tipo "fierita")
ReplyDeleteJL
Grax. Bajado. Me lo debía.
ReplyDeleteCreo que con el imperio se dió lo que se da con los imperios: que pueden quedar en manos de gente excelente, que no necesitan de la contención institucional o pueden quedar en manos de cualquier psicópata que, al no haber dicha contención los lleva a la decadencia. Lo que efectivamente ocurrió.