“Observa Ortega –dice el autor– que la socialización del hombre es tarea pavorosa, porque no se contenta con exigirme que lo mío sea para los demás, propósito excelente que no me causa enojo alguno , sino que me obliga a que lo de los demás sea mío. Por ejemplo que yo adopte las ideas y gustos ajenos”.
“Los principios anarquistas y las ambiciones utópicas de algunos de sus portavoces radicales no eran la mejor medicina política. Ellos querían más; lo querían todo, y lo querían ya. Todo o nada. Sin zonas grises de compromiso. Nada sino la insurrección política podía contentarles. Si triunfaran, ¿entonces qué? Con mucha probabilidad la guillotina."
Semillas de gracia. Una recomendación de Fernando Sánchez Dragó.
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