Cuando me toca interactuar con algún fanático del colectivismo autoritario (BTW, no existe otro tipo), siempre le pido que tenga en cuenta que no está hablando de ideas abstractas sino de personas reales, de carne y hueso, y que es un crimen imperdonable condenar a los demás a la miseria y el atraso de por vida para poner en práctica ideas y propuestas que en la cortesana vida aceptaría para sí mismo.
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