May 1, 2012

Hasta qué punto

El proteccionismo de los argentinos no es otra cosa que un terror furibundo al mundo.

Parece mentira, pero viven al mundo como una amenaza y no como una oportunidad. Aún si fuera cierto el disparate de que siempre les fue mal con el comercio internacional, en algún momento tendrían que aprender a hacerlo bien, como lo hace Chile, Perú, Colombia y tantos otros países de la región.

No puede ser que ignoren o no terminen de entender que Argentina se convirtió en uno de los 10 – 15 países más prósperos del planeta gracias a su inserción a pleno en el comercio internacional en la segunda mitad del siglo XIX.

El comercio es lo que permite la especialización, el único camino para salir del círculo vicioso de la miseria y del atraso. Salvo que la idea sea que cada familia argentina vuelva a tejer su propia ropa, fabricar sus muebles, cultivar su comida y demás.

6 comments:

  1. Es que el argentino en su egolatría tiene miedo de quedar en situación de inferioridad, no creen en negociar sino en aplastar al otro. Por eso prefieren comerciar con Angola, donde pueden sentirse más machitos y poderosos, en vez de hacerlo con EE.UU. Verdaderos pusilánimes.

    Gus VF

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  2. Para los argentinos en el comercio es un juego donde uno pierde y otro gana. Tal vez sea por su naturaleza de engañadores(el fmoso pelito para la vieja) no pueden entender un comercio donde ganan los dos. No pueden entenderlo. Todavia discuten que los españoles cambiaban el oro por espejitos de clores a los aborigenes, sin darse cuenta que los espejitos de colores eran tan valiosos para los aborigenes como el oro para los españoles. No se dan cuenta o no quieren darse cuenta porque sino deben admitir que con el oro en europa se compraban mas bienes valiosos que con los espejitos de colores en américa que esa era la real diferencia, el desarrollo de las dos culturas.
    Hay otros ejemplos que demuestran que los argentinos no entienden el comercioy su valor. Camping al margen de un lag del sur, argentinos se quejan por la diferencia de precio entre la despensa del camping y el supermercado de la ciudad. Si flaco si queres el precio de la ciudad agarra el auto y anda a comprar allá, si queres tener el agua mineral al lado del lago paga lo que vale!
    Pero razonar esto con argentinos es inútil no importa el nivel de educación, siempre la solución es que el estado intervenga.

    Blas

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    1. Suscribo.

      Pareciera que gran parte de la mentalidad argentina está estancada en la época de la Colonia Española. Muchas formas de conceptualizar el mundo se entienden si se comprende la relación de Buenos Aires con la Metrópoli en aquella época. Ahí cierra justito.

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    2. Yo creo Don que el asunto viene del gran desparramo mental que armó el Mussolini criollo en las cebecitas de los argentos.

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    3. Si fuera eso sólo... sería ya suficiente. De donde venimos es demasiado.
      Pero en el caso del comercio: Esa mentalidad de que el comercio es un robo es de la colonia. Porque no se cortó con el modo colonial, se perpetuó después de mayo de 1810.
      Argentina es un país que se quedó en colonia, sin metrópoli. Vive anhelando y rechazando una metrópoli a la cual engancharse. De alguna forma Buenos Aires representó eso para el interior en parte de la historia argentina.
      El intercambio justo, en el que ambas partes ganan lo que creen que tienen que ganar con el mismo es algo desconocido para la mentalidad argentina.
      Creo que parte de la efectividad más que económica, simbólica, del menemismo fue el establecimiento del uno a uno. De alguna forma la sociedad sintió que estaba en paridad de intercambio, más allá de los beneficios económicos de la paridad monetaria. No fue sólo lo pragmático de la situación. También -y obviamente sin proponérselo, porque son cosas que funcionan a nivel inconsciente- alimentó el deseo de un intercambio vivido como justo. Una forma de empardarse con la primera potencia mundial. De ser la Argentina potencia que todos anhelamos. Estamos en el primer mundo.

      Decían los curitas liberales de Salamanca que conocer el precio justo de los bienes le es dado sólo a Dios. A los hombres les queda sólo el precio del intercambio. Pero de alguna forma se busca en la mera transacción comercial algo más que el relativo valor de los bienes y la operación misma. Un precio simbólico que, además, pague la valía imaginaria del sujeto que la realiza. Deberíamos saber que en la insistencia de esa pretensión está expresada la imposibilidad de realización de la misma.

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  3. Yo creo que lo que dice Blas es simplemente brillante y tristemente cierto. Y a ése tipo de liberalismo pragmático hay que apuntar a la hora de intentar evitar que todos los "marginados" socioeconómicamente sean cooptados. Algo "light", éticamente hablando. Nada de política, sólo hacer ver que el deseo de superación conjunto obra milagros, que el comercio es una fuente de riqueza. Entusiasmar a gente que de otra manera dependería del estado para que se divida las tareas productivas, que vea los efectos del comercio en SU escala, incluso a través de cooperativas, que tal vez sean la única forma de empresa que no está del todo desprestigiada. Salvando las distancias, con la décima parte del resultado sociológico de Corporación Mondragón me conformo.

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