May 22, 2012

Inmorales.

Pero hay una ambigüedad en nuestra obediencia y una distribución curiosa de aquella inclinación a obedecer (y a desobedecer). Porque mientras depositamos toda la suma de la conducción del país en una única persona, cosa que es un disparate desde cualquier ángulo que se lo mire, asignamos, en cambio, toda nuestra desobediencia al cotidiano micro incumplimiento de la ley. Es decir, se trata de un desplazamiento de nuestra rebeldía a las transacciones diarias de la vida, y de la concentración de nuestra obediencia en el vértice del Estado. Pero la permisividad hacia afuera generalmente está fundada en una permisividad para con nosotros mismos, y la falta de exigencia de una conducta ética hacia nuestros políticos proviene largamente de una sociedad que siente que no tiene la autoridad moral para exigirla. Cristina ha explotado como nadie, además del temor, esta culpa colectiva latente, que le da vía libre para su operación. Y que podría culminar en una reforma constitucional para habilitar un nuevo mandato, cosa que no sería ya una violación de la ley, sino su metástasis.



Para que quede claro:

Pero la permisividad hacia afuera generalmente está fundada en una permisividad para con nosotros mismos, y la falta de exigencia de una conducta ética hacia nuestros políticos proviene largamente de una sociedad que siente que no tiene la autoridad moral para exigirla.

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