La posibilidad de establecer algún mecanismo institucional/legal para escapar a la “maldición de los recursos naturales”. Y asumir el firme propósito de cumplirlo a rajatabla, por supuesto. Tarea nada fácil en una sociedad con el nivel de anomia nacional y popular.
Me refiero a algo similar a lo que existe en Noruega con el petróleo, uno de los contadísimos países del mundo con ese recurso que no era ni se convirtió en una satrapía tercermundista.
De otra manera, habrá que prepararse para la posibilidad concreta de que de la mano del próximo ciclo de términos de intercambio favorables llegue el siguiente experimento populista.
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