Final sin ley ni orden

Se liberó el área petrolera ocupada por “los dragones”” (o drogones, como también los llaman por actuar generalmente drogados, ya que de otra manera no se explican los destrozos que ocasionaron en Cerro Dragón, la zona petrolífera más productiva del país, donde destruyeron instalaciones petroleras y gasíferas de alta tecnología y de valores en decenas de millones de dólares, daños aun no estimados).

¿Cómo se liberó? ¿Triunfó la Ley y el Orden, fueron desalojados por Gendarmería o la Policía Provincial y conducidos detenidos para responder por sus delitos?

No, nada de eso, la Gendarmería en definitiva nunca llegó, tampoco la policía, el gobernador les rogó que se vayan y finalmente a través de negociaciones, se retiraron sin ser detenidos, victoriosos y evidentemente obligando a Pan American Energy a ceder a sus reclamos, ya que la deberán comparecer a negociar en la Secretaría de Trabajo.

Que una huelga sin daño alguno permita luego negociar, está dentro de lo posible, pero que un grupo salvaje cometa daños multimillonarios, un vandalismo inimaginable y nunca visto, suspenda la producción de petróleo, gas y agua, ponga en vilo a ciudades enteras ante la posibilidad de carecer de gas en fría época invernal, se pare la producción de petróleo con cifras inconmensurables, no puede concluir de esta manera. La gravedad de los hechos no consiente la negociación, solo el establecimiento del orden con la detención de los autores y su sometimiento a la ley.

El trasfondo político de este conflicto no es claro, por parte de este grupo que estuvo apañado por el anterior gobernador provincial Das Neves, pero lo que es evidente, además, es la impericia gubernamental, el temor a reprimir, lo que hizo que fiscales se declararan incompetentes, que la Gendarmería actuara como cuando el General Alais tardaba días en acudir al llamado de Alfonsín cuando fue el levantamiento carapintada, o la policía cuando el Indoamericano.

Seguimos dando buenos ejemplos para que el capital extranjero venga a invertir en el petróleo.

Pedro Guernica

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