Jun 12, 2012

Más Hazlitt.

Por si no leíste el artículo completo linkeado en el post anterior.

Las cosas que dice este hombre ¿no son, en parte, aplicables al cacerolazo actual?

 
El efecto de intentar apaciguar la envida es provocar más de ella.
La teoría más popular respecto a la Revolución Francesa es que ella sucedió porque la condición económica de las masas empeoraba continuamente, mientras el rey y la aristocracia lo ignoraban. Pero de Tocqueville, uno de los más exhaustivos observadores sociales e historiadores de todos los tiempos, propuso una explicación exactamente opuesta. Déjenme exponerla primero como la resumió un eminente analista francés en 1899: “Esta es la teoría presentada por de Tocqueville…cuanto más liviano el yugo, mas resulta insoportable; lo que exaspera no es la carga aplastante, sino el impedimento; lo que inspira la rebelión no es la opresión sino la humillación. Los franceses de 1789 estaban indignados contra los nobles porque ellos eran casi iguales a los nobles; es la leve diferencia la que puede ser apreciada, y es lo que puede ser apreciado lo que cuenta. La clase media del siglo XVIII era rica, en la posición para cubrir cualquier empleo, era casi tan poderosa como la nobleza. Era este “casi” lo que la exasperaba y la proximidad a su objetivo lo que la estimulaba; las etapas finales siempre provocan impaciencia.




He citado este pasaje porque no he encontrado la teoría de Tocqueville descrita de forma tan condensada por el mismo Tocqueville. Este es esencialmente el tema del libro: “El Antiguo Régimen y la Revolución”, y el presenta una impresionante documentación fáctica para fundamentar su teoría. Este es un pasaje típico:

“es un hecho singular el que el incremento continuado de la prosperidad, lejos de tranquilizar a la población, en todas partes promueve el espíritu de inquietud y disturbios. El público en general se vuelve mas y mas hostil a todas las instituciones antiguas, mas y mas descontento; verdaderamente, esa crecientemente obvio que la nación se dirigía hacia la revolución…”




Así, era precisamente en aquellas partes de Francia en las que había habido mayor progreso donde el descontento popular era más alto. Esto puede parecer ilógico, pero la historia está llena de paradojas como esta. No es siempre que las cosas van de mal en peor que estallan las revoluciones. Por el contrario, sucede más a menudo que cuando un pueblo que ha tenido que soportar un dominio opresivo por mucho tiempo sin protestar y, de repente, cuando descubren que su gobierno relaja las presiones sobre ellos, deciden levantarse en armas. Es así que el orden social destronado por la revolución es casi siempre mejor que aquel que le precede inmediatamente, y la experiencia nos enseña que, generalmente hablando, el momento más peligroso para un mal gobierno es cuando trata de reformar o reparar algo. Solo un consumado arte de gobernar puede permitirle la Rey salvar su trono cuando después de un largo periodo de dominación opresiva él se propone mejorar muchas de sus cuestiones. Pacientemente soportados por tanto tiempo que parecían más allá de cualquier posibilidad de solución, cualquier agravio parecerá intolerable una vez que la posibilidad de removerlos cruza por la mente de los hombres. Por el mero hecho de ciertos abusos hayan sido remediados, se centra la atención en los otros y ahora parecen más mortificantes; la gente puede sufrir menos, pero su sensibilidad es exacerbada…




En 1780 no podría ya haberse oído ya charlas sobre la decadencia de Francia, por el contrario, parecía no poder establecerse un límite para su progreso. Y fue en aquel entonces que las teorías de la perfectibilidad del hombre y el progreso continuo se pusieron de moda. Veinte años antes no había ninguna esperanza para el futuro; en 1780 no se sentía ansiedad por el. Deslumbrada por el panorama de felicidad que no hubieran podido siquiera soñar hasta ese momento y que ahora estaba al alcance de sus manos, la gente estuvo ciega ante el propio progreso que había tenido lugar y deseosa de precipitar los eventos.”

Las expresiones de simpatía provenientes de la clase privilegiada solo agravaron la situación:
“Los hombres que tenían más porque temerle a la ira de las masas no tuvieron escrúpulos en condenar públicamente las graves injusticias con las que ellos siempre las habían tratado. Centraron la atención en los monstruosos vicios de las instituciones que habían oprimido fuertemente a la gente común y que consintieron con coloridas descripciones las condiciones de vida de la clase trabajadora y los salarios de hambre que esta recibía. Y así, al defender la causa de los desprivilegiados, los hicieron extremadamente concientes de sus propios agravios e injusticias.”
Tocqueville continuó citando extensas recriminaciones mutuas entre reyes, nobles y parlamentarios culpándose los unos a los otros por las misereas del pueblo. Leerlas ahora provoca la misteriosa sensación de que están plagiando la retorica de los progresistas de limusina de nuestros días.

2 comments:

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  2. Es que la Revolución Francesa fue una rebelión de las burguesías urbanas, la masa popular su sumó encantada a la hora de ajustar cuentas con la Nobleza y participar de las ejecuciones.

    Tocqueville fue uno de los autores que más me gustó cuando estudiaba Ciencia Política.

    Es llamativo ver que, en la última cita que Ud. destaca, emplea un lenguaje que ningún revolucionario de la Asamblea o del Terror hubiera utilizado. Él habla de "clase trabajadora" y Marat, Danton o Robespierre hubiera hablado de "el pueblo" o de los "desposeídos" .

    Este lenguaje muestra que Tocqueville escribía influido por el pensamiento de su época en que nacía el socialismo y que, adelantándose a Max Weber, comenzaba la búsqueda de categorías sociales ideales o modélicas que sirviran para comprender la realidad.

    Recuerdo que me impresionó mucho una observación de Tocqueville que decía, más o menos, que "entre la libertad y la igualdad los hombres siempre preferirán la segunda, siempre y cuando el poder público (el Estado) les brinde el mínimo nivel de vida necesario y de seguridad". Me preocupó esa idea porque, llevada al extremo, es una de las bases de los pensamientos socialistas.

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