Jorge Asís:
Nuestra César sirve para medir el grado de complacencia de los sectores dominantes de la sociedad, que ya perdió los límites para el ridículo. Y para la humillación.
Trátase de la sociedad rigurosamente harta. Con un hartazgo potencialmente rebelde que no encuentra, aún, su respectiva representación política. Contiene habitantes sin identificación que se tientan, como penúltimo recurso, casi desesperadamente, con las cacerolas.
Por último, por el vacío que se promueve a su alrededor, y sobre todo enfrente, hay que tener miedo que de pronto Nuestra César, incluso, se vaya.
Para dejar a la sociedad desguarnecida. Sin nadie a quien culpar. Ni maldecir.
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