Sep 18, 2012

Les soy honesto

No me gustan las marchas, movilizaciones ni ningún otro acto masivo. Demasiado reminiscentes del gobierno de la turba.

Me gustaría que los límites al régimen kirchnerista se los ponga la oposición en el Congreso de la Nación y legislaturas provinciales, y la justicia en los tribunales, sin necesidad de protestas callejeras, como en cualquier país más o menos organizado.

Pero bueno, así están las cosas en Argentina.

7 comments:

  1. "La carne es débil"

    Roxana Latorre, Samuel Cabanchik, Felipe Solá, Alfredo Olmedo, etc, etc, etc, etc.

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  2. Además, las marchas no cambian nada. Hay un mito de que los cacerolazos cambiaron algo. Lo que volteó al gobierno de De la Rúa fueron los saqueos generalizados, algunos organizados, otros no.

    La verdad es que el 97% de los votantes argentinos hace menos de dos años votaron por candidatos recontrapopulistas, si hubiese sido en EE.UU., el presidente sería Lyndon LaRouche.

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  3. Estrictamente tienes razón, Luis. Me encantaría que así fuera, pero no estamos en Suiza, sino en Argentina, y frente al totalitarismo -ya no hablemos de populismo, ni de buena o mala política económica- las manifestaciones son una forma efectiva de que la gente, al ver que los opositores son multitud, empiece a votar de otra manera. Y si la alternativa es Binner, o algún peronista, nos traguemos el sapo. Seguiremos andando como la mona, pero nos alejaremos de Cuba o de Venezuela.

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  4. De esto no se sale 'por la vía republicana', ni de ninguna buena manera.
    Vayamos metiendo la idea en la cucuza.
    De esto, si se sale, se sale a 'lo mismo con buenos modales'. Y agradece que te tratan con buenos modales.

    Y ojalá que la sangre no llegue al río.

    Hemos hecho mierda un gran país. Ahora: ajo y agua.

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