Dec 23, 2012

El Otoño del Islam.




El término “primavera” fue aplicado en los años 60 para el descongelamiento del régimen soviético que tuvieron países como la entonces Checoslovaquia. Esto implicaba la apertura de un régimen totalitario, el ablandamiento de la opresión estatal, la liberación del individuo y la iniciativa personal. Aunque el régimen continuara, lo hacía de una manera menos opresiva.
Posteriormente la expresión se usó para los procesos de occidentalización de los países del Bloque Soviético con posterioridad a 1989.

La extensión del término a los procesos ocurridos en Medio Oriente y parte de África en los últimos años es una licencia de analistas y periodistas superficiales, quienes se fijan más en la expresión de la masa y en su propio imaginario de pueblos liberados de la opresión, antes que en la seria interpretación del fenómeno subyacente.
El conjunto de la opinión pública, la gente y no pocos analistas no sólo se han acostumbrado a mencionar el fenómeno de esa manera, sino que también lo han considerado igual de erróneamente.

No recuerdo si lo hice, pero creo haber posteado –por lo menos- dos artículos de Gabriel Albiac explicando el fenómeno que se denomina erróneamente “Primavera Árabe”. En ellos se daba cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo en la zona en el término de poco más de un año.

Sintetizando:
Lo que ocurrió y ocurre todavía –en Siria, por ejemplo- es el cambio de poder de sátrapas pro-occidentales tradicionales por una clase política ligada al poder de Arabia Saudita y del islamismo más radical y anti-occidental.
No es, nunca fue, un movimiento de liberación de la gente, sino la implantación, vía revueltas de masas, de regímenes teocrático-políticos totalitarios, opresores y anti occidentales.
Quien quiera ver en esta planificada partida de ajedrez, que está tocando a su fin en Siria, a esta altura del desenmascaramiento, un movimiento espontáneo de gente oprimida merece –por lo menos- un premio a la ingenuidad, además de nuestra más efectiva reprensión. No sólo está confundiendo un fenómeno con su opuesto, sino que también está promoviendo una visión sobre algo que es fatal para Occidente y para la libertad.

No está mal decirlo una vez más, y todas las veces que sea necesario, claramente:
Las revueltas de los últimos dos años en Medio Oriente y ciertos países de África con población mayormente islámica, no son movimientos espontáneos, sino un movimiento cuidadosamente planificado para reemplazar regímenes pro-occidentales por otros teocráticamente islámicos.
Y esa es sólo la primer partida de una guerra más extensa. El movimiento necesario de asegurar Medio Oriente y África del Norte para continuar avanzando sobre Europa. Después seguirán los países sajones, Canadá y los mismos Estados Unidos de Norte América.

Lo que vivimos es el “Otoño del Islam”. Cuando se instale, estático, feroz, definitivo, el “Invierno Islámico” en Europa, como en la Primera Guerra Mundial, las trincheras estarán allí. Pero mucho más cercanas, en las esquinas, en las calles, las escuelas, los parlamentos, las instituciones y las casas de la población occidental.

La ingenuidad, el error en el análisis, la culpa de Occidente, son, en este caso, irreparables, mortales. Y arrastran a la destrucción de toda nuestra cultura con ellos. Conviene corregir inmediatamente esa visión liviana de lo que está ocurriendo.

2 comments:

  1. Tan bueno como inquietante su comentario, DF. Habrá que ajustarse el chador para pasar el invierno.

    Todo lo bueno que logró Occidente en varios siglos lo está perdiendo con un par de generaciones de estúpidos relativistas culturales.

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  2. Coincido con tu excelente análisis. Debemos empezar por reconocer que más que por los valores del colectivismo -no los tiene- su avance se debe a la defección y el sentimiento de culpa de quiénes debieran defender al individualismo, que surgiera del acuerdo de tolerancia que puso fin a uno de los períodos más oscuros de la historia.

    Preservar la civilización no implica renunciar a la violencia defensiva. No se debe ser tolerante con los intolerantes.

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