Dice Orlando Ferreres:
Necesitamos una nueva moral en la Argentina. No va a salir de los políticos tradicionales esa nueva ética. Esperar una nueva moral de nuestros políticos (aunque haya algunas excepciones) es como querer inventar la electricidad perfeccionando la vela, es una tarea imposible.
¿Es tan así?
Es cierto que ayudaría tener una sociedad con un mayor porcentaje de virtuosos, pero si no cambian los incentivos van a seguir obteniendo indefectiblemente los mismos resultados.
Premios y castigos funcionan a partir de un mínimo de gente que esta dispuesta a portarse bien por convencimiento. Si media ciudad sale a saquear los negocios no hay incentivos que alcancen.
ReplyDeleteSigo creyendo que en toda sociedad hay un 5-10% de personas que van a hacer las cosas siempre bien y un 5-10% que van a hacerlas siempre mal, el resto actúa racionalmente según los incentivos.
DeleteMe parece una simplificación, nadie actua siempre mal o siempre bien. Los seres humanos se proponen o intentan actuar de acuerdo a su conciencia la que puede estar a favor o no del respeto de las leyes. Los incentivos pueden disuadir aquellas persona cuya conciencia no les objeta quebrar el orden legal a hacerlo, pero si se dan las circunstancias lo van hacer. Dadas ciertas circunstancias y aun con incentivos hay personas convencidas que no se deben violar las leyes que lo hacen.
DeleteCreo que es una cuestión de cuánto una sociedad tiene internalizada la ley, o las normas éticas. Estoy convencido que el argento (el común de la calle) no tiene por demasiado grave el robar, por poner sólo un ejemplo. En muchos estamentos sociales incluso se lo ve como una práctica meritoria por considerársela “justiciera”. Por eso, como alguien dijo alguna vez, “la mejor legislación es la educación”. Socialmente lleva años lograrlo, y por lo general sirve más en sociedades nuevas, en formación. Aquí hace rato que eligieron las alpargatas gratis como valor supremo. Infinidad de veces me encontré con argentos en estado de éxtasis por haber encontrado algo gratis o directamente afanado. Nunca se los ve demasiado felices por algo que se hayan ganado por el propio esfuerzo, por esos logros no se les escucha más que lamentos y quejas por el trabajo que les dio.
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