Pero llama la atención.
Hasta hace unos meses, todo el mundo sabía que los vagones circa 1913 de la línea A del Subte eran un peligro, un accidente potencial sobre ruedas y que era una vergüenza para la ciudad que no los hayan reemplazado antes.
Ahora que salen de circulación, surge la nostalgia: perdemos una parte importante de un pasado maravilloso.
Antes las cosas se hacían para durar...
ReplyDeleteEn serio, los nostálgicos de la Línea A, si tanto querían esos vagones, ¿por qué nunca dijeron nada cuando los pintarrajeaban? o porque es graffiti vale todo?
Andy, es como cuando piden por los bares historicos que cierran, pero en su puta vida fueron a tomar un cafe a los mismos.
ReplyDeleteEl 99.9% de estos "nostalgicos" solo toma el subte una vez por año como turismo aventura.
Pero para los que viajan todos los dias la llegada de los nuevos subtes los van a hacer olvidar pronto de la nostalgica chatarra.
¿Un país con buena gente? ¿No era que estas cosas solo las hacía gente que no tenía nada para comer? Pasen y vean: http://www.lanacion.com.ar/1545196-saquearon-un-camion-de-bebidas-que-volco-camino-a-la-costa-altantica
ReplyDeleteAndrés
Lo cómico es que es perfectamente factible restaurar una formación completa para preservarla como atracción turística. Ello incluso, como dijo alguien, puedan estar hechos pelota.
ReplyDeleteHoy día, la restauración de un vagón es perfectamente factible y se puede realizar sin que implique una suma disparatada. La parte complicada va a ser lograr que alguno de estos vagones pueda circular por las vías porque entiendo que el tendido eléctrico que precisan es distinto del de los trenes modernos.
Lo que hablabámos hace unos días.
DeleteEl pelotudismo como estilo de vida. Eso es el argentino. Y el porteño en particular. Patalean pidiendo más obras ferroviarias tras la tragedia de Once hace un año, pero cuando se hacen obras para evitar otra catástrofe similar a aquella, patalean nuevamente por nostálgicos y por que les van a suspender el servicio hasta renovarlo por completo.
ReplyDeleteComo dije, el argentino y el porteño en particular, hace del pelotudismo su estilo de vida por excelencia.
Emilio.
Exacto, Emilio.
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