Jan 19, 2012

Viejos post para nuevos lectores

Siguiendo con la idea de posibilitar que los lectores nuevos conozcan post antiguos (que cuentan historias reales, pero en clave de humor) les presento este post. Lo escribí en el 2009 y cuenta mi choque cultural con la lengua española en Madrid y especialmente con palabras como la del título de la película de la foto.
Dado que tenemos varios cobloggers y lectores que han vivido o viven en España, me interesaría saber si les ha pasado algo semejante a lo que narro en este post.
Espero que les guste.

Una de las cosas que más me sorprendió cuando llegué a España fue comprobar que algunas palabras tenían un significado absolutamente distinto del empleado en Argentina. No me refiero solamente al verbo agarrar que en Argentina empleamos y que aquí se usa otro mucho más divertido. Esa es una nimiedad menor y me arrancaba alguna sonrisa a los 14 años (de edad, no a los 14 años de oírla). Me refiero a palabras decididamente malsonantes para alguien de mi generación. La tapa del video es un claro ejemplo. No se trata de una película porno con Buffy, la Caza Vampiros como protagonista sino que es una simple comedia, bastante mala por cierto. Lo que ocurre es que para los españoles, una pija o un pijo es un adjetivo calificativo equivalente a lo que para nosotros sería una cheta o cheto, pero con una carga de estar de moda. También lo emplean con una connotación más peyorativa, como ser medio frívolo o tilingo. Es un adjetivo absolutamente habitual y lo emplean tanto hombres como mujeres para referirse a personas, objetos o costumbres supuestamente de calidad. En Argentina, en cambio, pijo no significa nada y pija es un sustantivo bastante vulgar que los hombres usamos con mucha frecuencia y las mujeres también, aunque algunas no la utilizan nunca y así les va.

Al segundo día de estar en Madrid, iba caminando por la calle Serrano, en la zona top del barrio de Salamanca, cuando me crucé con dos señoras de unos 35 años muy monas y elegantes. Casi me muero del susto (recuerden que soy un poco asustadizo) cuando las escuché decir la palabra antes mencionada. ¡No podía creerlo, tan finas que parecían y hablaban como un carrero! No acabaron ahí mis sustos (no sólo soy asustadizo sino que me asusto varias veces al día) sino que mi asombro continuó cuando, en forma reiterada, volví a escuchar a diferentes personas emplear la misma palabrita. Aclaración necesaria: no acostumbro escuchar las conversaciones ajenas, pero los españoles hablan con una voz varios decibeles más fuerte que los argentinos y esto hace inevitable oírlos. Si algún escéptico cree que somos más gritones, me limitaré a invitarlos a concurrir a cualquier restaurante, tasca, bar o fonda en Madrid y después me cuentan.

Volviendo al tema, también me sorprendió la absoluta normalidad con que la/los españolas/es, sean adultas/os, niñas/os y jóvenes/jóvenas empleaban, en público, la palabra culo para referirse al culo. Confieso que no puedo criticar la exactitud y corrección lingüística de llamar culo al culo, pero coincidirán conmigo en que escuchar a Penélope Cruz decir, en una entrevista radial en directo, que “…le dolía el culo por haber estado montando toda la tarde…” es una frase que causa bastante impacto en los oídos de un rioplatense, fantasías aparte. Nada de trasero, traste, tujes, orto y otras delicadezas a las que estamos habituados los argentinos. Ni hablar de la palabra cola porque es una grosería para los hispanos. Es tan normal hablar del tujes que hasta hay un programa normal de TV (El Hormiguero) en el que, entre otras muchas cosas, muestran una foto de una parte de la anatomía humana y preguntan: ”¿Culo o codo?” Viendo ese programa, mucha gente ha descubierto las dificultades que tienen para distinguir entre uno y otro. (Dejen de doblar el codo y compararlo con su traste. ¡Parece mentira, gente grande haciendo eso!)

Otra palabra que se las trae es el verbo correr, especialmente en su forma pronominal, es decir, correrse.

Me contaba un amigo argentino, cantante de folklore radicado en España desde hace más de 25 años, que a los pocos días de llegar a Madrid consiguió trabajo en un boliche donde actuaba los fines de semana. Como es un gran cantor, gran versero y tenía buena pinta, a las pocas noches logró engancharse una señorita que, generosamente y sin mediar ninguna clase de estipendio (que él no hubiera podido pagar), lo llevó a su casa (a la de ella, no a la de él) con muy claras intenciones. Mientras estaban en lo mejor parte de materializar esas intenciones, ella le dijo: ”Si quieres, córrete.”. Él, algo sorprendido, pero obediente caballero, se apartó dejándole más espacio. Este inesperado movimiento sorprendió a su vez a la señorita quien, notando que faltaba algo, procedió a corregir esa carencia retomando la actividad. Minutos más tarde se repitió la escena del “córrete, si quieres” y nuevamente él, ya algo fastidiado, se apartó de ella. La sorprendida dama decidió poner fin a este jueguito que no comprendía y, situándose encima, tomó el control de la cosa (me refiero al control de la situación).

Tanto empeño obtuvo sus frutos y la señorita, alcanzando excelentes niveles de entusiasmo, empezó a gritar: “Me corro, me corro” ante lo cual mi amigo, exasperado, le dijo, dulcemente, a voz en cuello: “¿ADÓNDE MIERDA TE QUERÉS IR?”. Parece que esta frase dicha con acento argentino apaga la libido de las españolas o, por lo menos, lo hizo con la señorita en cuestión. La chica se quedó dura y le preguntó “¿Qué coño te ocurre, tío?” (por esta expresión no debe pensarse que era una mujer de poco nivel cultural, incluso la propia Duquesa de Alba hubiera dicho lo mismo de hallarse en similar situación.) Al cabo de un intercambio de palabras esclarecedor acerca del sentido que para cada uno tenía la palabra correrse, pudieron superar su diferencia idiomática y, haciendo uso adecuado de sus otras diferencias, acabaron en buenísimos términos la tarea interrumpida.

Debo decir que cuando escuché esta historia de boca de mi amigo, si bien empleó otra terminología más explícita que, por pudor, no oso utilizar, me reí mucho y le creí. Posteriormente, no menos de 137 argentinos me contaron la misma historia, pero teniéndolos a ellos por protagonistas. Este hecho ha levantado en mi mente alguna suspicacia respecto a la veracidad de lo sucedido. Veamos, es cierto que las españolas tienen alguna debilidad por los argentinos porque les gusta mucho nuestra forma de hablar y somos zalameros, pero ¡la misma señorita no puede haberse acostado con 138 argentinos sin haber aprendido lo que significa para nosotros correrse! Temo que se trata de una leyenda urbana. De todas maneras, cuando vengan a España si ven una casa pintada de amarillo con un cartel azul que dice “Correos” no piensen que es un prostíbulo o un hotel alojamiento, es solo una Oficina Postal.

Conozco también una anécdota real sobre una señora argentina que usaba una campera de cuero muy fina, pero esa es otra historia.

El enmascarado)

15 comments:

  1. ¡Excelente!
    Me cagué tanto de risa que tuve que apretarme la cola para no orinarme encima.
    (No, no soy deforme: estoy hablando en español.)

    ReplyDelete
  2. Ese chasco del póster me lo llevé yo también en la Madre Patria, durante el furor de las Spice Girls. Una de ellas, Victoria, andaba noviando con David Beckham. Por un momento se me fué al diablo la imagen del rubio cuando la escuché nombrar en España como la "Spice P..." (bueno, Posh Spice en en Reino Unido.)

    ReplyDelete
  3. En síntesis: Cristina es una gran pija.

    ReplyDelete
  4. Les agradezco los comentarios, amigos.
    Don Freeman, me había imaginado que lo iba a divertir porque Ud. tiene un sentido del humor parecido.

    Valeria, ¡qué momento! y qué dominio del inglés el suyo.
    Andy, me sumo al comentario de Martín.
    Louis y Martín, Uds. ya habían leído este post, así que doble amabilidad la de Uds. Dobles gracias.

    Lamento que Alecleamas y Emperator no hayan comentado porque ellos han vivido en España, de hecho creo que Emperator vive ahí, y deben tener experiencias similares.

    ReplyDelete
  5. Cuando alos 14 me fui a vivir a Buenos Aires que esta a sólo 1000 km de Mendoza noté las diferencias idiomáticas, en Baires nadie sabía lo que es el poto, me corregían cada vez que nombraba a LA Silvana P (que tetas...), a los eslastiquines les decían gomitas, a cintex le decían cinta scotch, a las hojas a cuadros les decían cuadriculadas, y me miraban como si fuera un extraterreste cada vez que usaba el pues.
    Eso sumado a la profunda ignorancia que tenian con respecto al interior creían que venía literalmente del campo y me preguntaban si andaba a caballo o en sulky los idiotas.

    ReplyDelete
  6. Martín, muy buena historia y me has agregado dos palabras argentinas que no conocía: elastiquines y cintex.

    De paso, una pregunta: ¿qué les contestaste a los que preguntaban si andabas a caballo o en sulky?
    ¡¡¡Hubiera pagado por estar en ese momento!!!

    ReplyDelete
  7. Genial el final sobre la señora argentina que usaba la campera de cuero muy fina... Humor de salón... y sin referencia explícita a las felaciones!!! :)

    ReplyDelete
  8. Que si, que iba montado a la yegua de su hermana/madre.

    ReplyDelete
  9. Lo que pasa es que Cintex era la otra marca que competía con Scotch, vaya uno a saber por que acá se utilizo genéricamente esa marca para nombrar el producto cinta adhesiva.

    ReplyDelete
  10. ¿Cómo, Benegas, usted no vive en medio del monte, cazando y cuereando, en una caballa de madera, alumbrándose a luz de cebo y con un cajon de manzanas con libros de Rothbard? ¡Qué desilusión!

    ReplyDelete
  11. Enmascarado, no pude comentar antes, lo hago ahora.

    Otra típica palabreta que trae confusiones es "pollera", aunque en este caso es a la inversa (los que se escandalizan son los españoles).

    Si a una señorita le queda bien un vestido, mejor decirle que le queda bien "la falda" porque decirle que le queda bien "una pollera" puede provocar cierto grado de sorpresa, enojo o insultos recíprocos según la ocasión y confianza con la susodicha.

    Emperator

    ReplyDelete
  12. Gracias, Emperator, por el aporte de pollera.

    He escandalizado a alguna mujer también al decir "chocho" por satisfecho plenamente o contento.

    Nada nos separa tanto de los españoles como el idioma...

    ReplyDelete
  13. Si una concheta es una p... y viceversa, puede que lo de Miguel Bosé no sea homosexualidad sinó un simple argentinismo.

    ReplyDelete

Note: Only a member of this blog may post a comment.