Carta abierta a Sandra Russo

Excelente réplica a la plumífera parásita de Pravda. 

Germán Trucco envió una carta abierta a Sandra Russo, la periodista estrella del gobierno, a raíz del nefasto artículo que ésta escribiera en Página 12 el pasado 17 de Noviembre sobre la filósofa Ayn Rand.

Por Germán TruccoInvestigador del Centro de Estudios LibRe

Antes que nada, quisiera reconocerle, Sandra Russo, el gesto de escribir, desde un diario abiertamente defensor del estatismo, una nota sobre el liberalismo. Más específicamente, sobre una de sus brillantes pensadoras como lo es Ayn Rand.

Y digo escribir y no investigar, porque es de hacer notar que la mayoría de las referencias que usted recoge provienen de videos de YouTube o de algún blog antiliberal, y no de las obras filosóficas de Rand. En otras palabras, de su impreciso artículo ha quedado en claro que no se tomó la molestia de leer siquiera una obra de la filósofa a la que pretendió desacreditar, lo cual lamento profundamente, porque lo que podía ser un articulo más que interesante sobre el liberalismo objetivista, terminó siendo un rejunte de falacias e imprecisiones. Toda una costumbre en el periodismo oficialista.

En primer lugar, y para hablar sin eufemismos, saquemos de cuajo el discurso barato de izquierdas y derechas; a mi me resulta irrelevante y a usted no le sirve, porque al liberalismo no se lo puede ubicar en ninguna de las dos. No va a encontrar en ningún lado un partido de izquierda que defiende la libertad de mercado, ni tampoco ningún partido de derecha que defienda acabadamente las libertades individuales.

Pero hablando de su artículo, es claro que su única intención fue dejar pegado a Macri (con quien no simpatizo) al pensamiento de aquella filósofa que “odia el amor”, como usted pretende hacer creer. Pero que Macri diga que lee a Rand es tan absurdo como Menem diciendo que lee a Socrates. El PRO no es un partido liberal (y mucho menos objetivista) y como gobierno nunca aplicó ninguna de las ideas de Rand, de modo que por primera vez en su vida coincide en algo con Mauricio Macri: ambos opinan sobre Ayn Rand desde una periférica ignorancia.

Usted está errada de cabo a rabo en todos y cada uno de los conceptos que intentó exponer en su artículo. Usted mutiló la filosofía objetivista, en virtud de su ignorancia y su malicia.

¿De dónde sacó usted un concepto tan falso y vulgar de egoísmo como que el expuso? Si pretendía hablar del egoísmo racional, en términos randianos, debía entenderlo como “la preocupación por los intereses personales” y no como el desprecio por los pobres, ni mucho menos como un adjetivo peyorativo o un sinónimo de maldad. Dentro de los intereses de los hombres se encuentran aquellos de orden material, y aquellos de orden espiritual (como socorrer a los demás, por ejemplo). Pero usted prefirió simplificar la cuestión para redondear su libreto antiliberal.

Además, su interpretación de la frase “nadie tiene que sacrificarse por nadie”, está sostenida sobre la nada misma, toda vez que no especifica qué quiere decir Rand por “sacrificio”. En efecto, “sacrificio” para Rand es aquel acto de dar conscientemente más a cambio de menos. Lo que la filósofa critica, así pues, no es la preocupación por los pobres, discapacitados, y demás personas que se encuentren en una situación desfavorable. Lo que critica es que esa ayuda se efectúe en forma irreflexiva, sin retorno espiritual. Mucho más se critica, que el Estado haga caridad mediante la coerción y, de paso, que llene los bolsillos de sus funcionarios como ocurre indefectiblemente.
Es un hecho ya innegable que esa generosidad populista, sostenida en base del sacrificio de los unos por los otros, no ha funcionado, porque sigue habiendo miseria, mientras los burócratas se enriquecen de manera milagrosa al mismo tiempo que se dicen preocupados por los pobres.

Pero su artículo intenta demostrar, por sobre todas las cosas, que la filosofía moral de Ayn Rand gira en torno a la idea de que amar está mal. Nuevamente usted cae en el error. Para Rand, el amar es tan virtuoso, que no puede concebirse como una acción instintiva; debe ser una acción racional. Debe amarse a aquello que se valora, porque, caso contrario, el amor acaba siendo devaluado.

Cuando Rand sostiene que un Estado gobernado por mayorías sin límites termina desembocando en una dictadura, es completamente cierto, pero ese concepto lo invento Aristóteles. Si usted piensa sacar otro artículo para criticar, esta vez, a semejante clásico de la filosofía, les ruego que al menos busque fuentes un poco más válidas y rigurosas que las extracciones de YouTube o Wikipedia.

Por ultimo, cuando dice que Ayn Rand tiene amor pueril por los empresarios, es la contundente demostración de una mala investigación. Si nuestra querida pensadora hoy viviera, sería una acérrima enemiga de grupos económicos como Clarin o Techint, que durante tantos años han vivido a costa del favor político. Nunca va a encontrar en una obra de Rand, algún elogio para empresarios que se constituyen con favores y beneficios estatales, ya que ella solo reconoce y admira al verdadero emprendedor que desde la virtud triunfa en el libre mercado porque ofrece el mejor producto al mejor precio. ¿Y bajo qué mente perversa puede ser eso algo malo? ¿No fue acaso algo maravilloso que Steve Jobs fundara Apple de la nada? ¿No disfruta usted hoy los beneficios de algún empresario que invento Internet, Facebook, Twitter?

Sin más motivos, me dirijo a usted atentamenteGermán Trucco.