Argentina 1984
En su novela clásica 1984, escrita en 1949, George Orwell describe el mundo en el futuro, una sociedad donde el totalitarismo colectivista llega a niveles grotescos. En el mundo de 1984, IngSoc, el estado/partido, lo controla todo, desde las noticias hasta el idioma, que sufre un proceso de destrucción permanente año tras año. Nada es lo que parece, como uno de los personajes explica a Winston Smith, el protagonista de la novela: “la realidad está en la mente”.
Winston trabaja en el Ministerio de la Verdad, donde paradójicamente se dedica a literalmente alterar las noticias de las ediciones pasadas de los diarios para adaptarlas a la “realidad” actual. De esta manera, los héroes del pasado son los villanos actuales, los viejos enemigos son los nuevos aliados, los logros del pasado son los fracasos de hoy, y los fracasos los éxitos. Todo es relativo, nada es absoluto, todo depende de la voluntad del estado/partido. La realidad sólo existe en la mente.
Algo similar parece estar sucediendo en la Argentina de 2002. Después del pavoroso proceso de destrucción de riqueza en el que nos embarcamos desde enero de este año, todavía hay quienes pretenden destacar sus ventajas y beneficios. Por medio de un particular ejercicio mental, que podríamos describir como “orwelliano”, pretenden convencer al ciudadano promedio argentino de que menos es mejor que más.
En línea con lo anterior nos explican que, por alguna extraña alquimia del pensamiento, 2200 dólares de ingresos per cápita son mejores que 8500 (pero 5000 serían mejor aún, según el actual ministro de economía); un gasto en salud de 180 dólares por habitante es mejor que uno de 650; una jubilación mínima de 40 dólares es un triunfo sobre una de 150; y es un logro destacable haber duplicado los índices de bajo peso al nacer en varias localidades del país, así como los índices de pobreza, indigencia y desocupación, además de una caída de aproximadamente un 70 porciento en el salario real.
Es tal el grado de irrealidad en que hemos caído como sociedad que es necesario un alto grado de irracionalidad para explicar lo inexplicable y vender como éxito lo que a todas luces es un fracaso de proporciones épicas. Sin embargo, es posible ver a diario a funcionarios de esta administración, miembros de la oposición, destacados analistas, intelectuales, economistas y periodistas sosteniendo que en la Argentina de 2002 menos es mejor que más. Todo esto con la mayor seriedad y sin ponerse colorados. Como el salto lógico que hay que dar para aceptar este análisis es intolerable, se apela a las explicaciones ad hoc y a las teorías conspirativas. En realidad, todo lo anterior fue una ilusión: los ahorristas argentinos nunca tuvieron dólares; nuestros ingresos por habitante nunca fueron de 8000 dólares; la empresa de mi tío nunca invirtió dólares; nunca estuvimos en el programa de visa waiver; etc. Fieles seguidores de los más sagrados principios del IngSoc.
Quiero creer que en algún momento volverá la racionalidad a la Argentina, y dejaremos de vivir en la realidad paralela en que hemos caído como sociedad y como país. En ese momento, tendremos una mejor comprensión de que a pesar de nuestros deseos y voluntad, y de los sagrados preceptos del IngSoc, la realidad es la realidad. Dos más dos es cuatro, no la mayoría de las veces, no en ciertas culturas o países, o para ciertas ideologías o visiones geopolíticas, sino Siempre, en Todos Lados y para Todo el Mundo.
¡Excelente!
ReplyDeleteAcertadísimo texto. Y que no pierde actualidad.
ReplyDeleteDonde se menciona "la Argentina de 2002" sólo habría que cambiar el cero por el uno y tendríamos un panorama de la realidad hoy.
Sin desmerecer la calidad del post, Louis, qué triste es que, habiendo pasado una década, lo que podría haber sido una crítica del momento se haya convertido en un clásico!
Repostealo como si fuera fresh out of the oven que está intacto!
Gracias, Fiura.
DeleteTengo la costumbre de ir de post en post ingresando por los links de los últimos comentarios, a veces distraído como en este caso, sin leer primero la fecha.
ReplyDeleteTerminé de leerlo y pensé en un error de tipeo, o que no le funcionaba la tecla del 1 en su PC y usaba al del 0.
Asusta pensar el nulo proceso de aprendizaje. Y asusta más ver el terrible proceso de pérdida de conciencia de la realidad de la sociedad argentina.
Excelente Louis, en Argentina no hay ganas de ver la realidad, en lugar de vivir en una paralela vivimos sumidos en el sopor de algún tipo de droga alucinógena.
ReplyDeleteEstamos sumergidos, nos disociamos de la realidad mientras vemos las cosas que pasan y por atroces que sean nos parecen buenas. Hasta sonreímos cuando nos toman por ineptos.
Salir de ese estado de alucinación no solo requiere primero la aceptación de que somos adictos a vivir de arriba, tomar la decisión de dejar el vicio y finalmente tener el coraje para hacerlo que no es tema menor.
El argento además de acomodaticio es cobarde y de ahí al suicidio colectivo solo queda un paso.
Yo sigo atribuyéndolo a la maldición de los recursos naturales. De otra manera hay que terminar de aceptar que es una cuestión psiquiátrica.
DeleteEs una cuestión "psi". EEUU, Canadá y otros países avanzados tienen recursos naturales importantes y no son como la Argentina.
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