MIERCOLES 28 de enero de 2004
Noticias Cultura Nota
Los intelectuales del mundo y LA NACION
Guy Sorman: "Es necesario entender más a Estados Unidos"
También da su visión sobre la Argentina
PARIS.- El profesor universitario, escritor, periodista y viajero francés Guy Sorman es una máquina de decir cosas que no lo ayudan a ganar amigos en todos los círculos.
Autor de numerosos ensayos sobre el pensamiento liberal ("La nueva riqueza de las naciones", "La solución liberal", "Salir del socialismo" y "No a la decadencia argentina", entre ellos), Sorman opina, por ejemplo, que Donald Rumsfeld tiene razón cuando dice que Europa está vieja y que la superioridad de Estados Unidos es imposible de enfrentar. Y sobre la Argentina, que la popularidad del Gobierno significa muy poco ante la persistencia de los problemas viscerales del país, del que se declara un "defensor".
Esos problemas son, a saber: la emigración de cerebros y la de fondos.
Tanto mira a la Argentina Sorman que si bien prefiere no hablar en español durante la entrevista, sí puede leerlo y, desde hace semanas, sigue la serie "Los intelectuales y el país de hoy", que publica LA NACION los sábados. Sobre ella también tuvo observaciones.
"Me gustó lo que dijo Natalio Botana (entrevista publicada el 27-12-2003) sobre la necesidad de instituciones confiables, fuertes, y de seguridad. También, la advertencia de no pensar tanto en la popularidad y en las encuestas, porque eso no sirve para los problemas de fondo. Me llamó la atención que no se vaya más a fondo... que los argentinos no reclamen más. ¿Cómo es posible? Puede parecer muy cómodo que yo lo diga desde tan lejos, pero no lo es. Y en última instancia, no importa, porque la tarea de un intelectual es buscar la verdad y no la popularidad", dice.
Sorman anhela ese debate, sobre todo porque, a su juicio, si algo caracteriza al liderazgo político argentino es que "actúa como si nada hubiese ocurrido. No se pregunta por qué se llegó a la situación actual y luego elabora un diagnóstico a fondo antes de actuar en consecuencia, sino que se limita a maniobrar entre elecciones. A mí me cuesta entender cómo los argentinos soportan eso y no reclaman más fuerte", insiste.
El encuentro, en su casa ubicada en las afueras de París, comenzó con la obsesión europea sobre el poder hegemónico de Estados Unidos y la posibilidad de enfrentarlo.
"¡Ah! Ese tipo de grandes cuestiones globales fascinan en Francia -dice Sorman- cuando lo contundente del poderío de Estados Unidos impone más análisis. Aun así, diría que enfrentarlo es imposible. Ahí está el poder económico, el militar y el cultural, aunque, con frecuencia y falsamente, se acuse a los estadounidenses de ignorantes. La realidad es que, en cualquier campo de la ciencia, la física y las matemáticas, los mejores están en los Estados Unidos. ¡Hasta la mejor escuela para estudiar el mundo islámico está allí... en Chicago!"
-Desde esa perspectiva, entonces, ¿qué piensa de lo que dice el presidente George W. Bush: "Estás conmigo o eres mi enemigo"?
-Es una posición que yo no comparto y que él aplica más que nada en un sentido bélico, donde no admite ser neutral. Hay un fuerte sentimiento antinorteamericano en nuestros países, cuya principal debilidad es la falta de comprensión. Lo primero que deberíamos hacer es tratar de entender por qué Estados Unidos actúa del modo en que lo hace en su política exterior.
-¿A dónde nos llevaría esa comprensión?
-Es que ésa es justamente mi definición de la tarea de un intelectual: tratar de entender al otro. Entender por qué ese otro no ve al mundo del modo en que yo lo veo. Si sólo decimos "estoy en contra de ti", eso se vuelve poco interesante, es sólo política. No es ésa la tarea de un intelectual. Y creo que uno de los errores de estos tiempos es la falta de comprensión hacia lo que pasa en los Estados Unidos.
-¿Por qué?
-Primero, porque aún no terminamos de entender lo que el 11 de septiembre significó para ellos. Sí se lo analizó desde lo racional, pero no desde lo interior, en cuanto al significado para la sociedad. Es difícil imaginar el sentimiento de miedo e inseguridad que hay ahora en Estados Unidos.
-¿Cómo se traduce eso en su política exterior?
-Ese es otro de los puntos hacia los que falta comprensión. Suele decirse que la política exterior de EE.UU. es estúpida, imperialista, agresiva...
-¿No le parece un poco agresiva, acaso?
-Sí, claro que lo es. Pero, ¿por qué? El rifle es parte de la cultura doméstica de Estados Unidos. Es una cultura de revólver. ¿Tienes un problema? Vas al revólver y disparas. Es su modo de solucionar conflictos.
-Y eso lo aplica en el mundo...
-De algún modo, sí. Cree que la violencia es una solución. En Europa (y en la Argentina, que es un país muy europeo) ese concepto no se entiende. Pero lo primero que piensan en Estados Unidos es que la violencia es solución. No la negociación. Y luego, que el terrorismo puede ser vencido con este mecanismo. La debilidad del resto del mundo es que no propone nada como alternativa.
-¿No opusieron alternativas Francia y Alemania?
-No exactamente. Todo lo que dijeron fue "estamos en contra de la estrategia de Estados Unidos", pero no propusieron nada para la cuestión de fondo: un status que no puede seguir adelante, con una situación de efervescencia en los países árabes. Ante ese panorama, Washington elabora una estrategia, que es: "Tengo un remedio bueno para ti y te lo daré, aunque no lo hayas pedido". Y habla de fortalecer instituciones, instaurar democracias, incorporarse a la cultura de mercado. La mayor debilidad europea es que no fue capaz de confrontar con una idea clara y una política común, como lo demostró el hecho de que Gran Bretaña, España y Polonia, entre otros, hayan apoyado a Washington. Eso, porque hicieron el esfuerzo por entenderlo. Estados Unidos puede parecer estúpido, pero no lo es.
-¿Por qué el imperativo de intervenir?
-Por muchas razones, pero veamos una. Creo que es hora de que abramos un debate de por qué tantos árabes quieren venir a Europa: lo vemos en la inmigración a diario. Están hartos y asustados en sus propios países, gobernados por dictadores corruptos, sin posibilidades de nada. Y no se hace nada para mejorar la situación en ellos. Ese es el punto: o lo hacemos o no lo hacemos. Y es entonces cuando se culpa a Estados Unidos. Es parte del mismo problema. En forma paralela, algo se está haciendo por mejorar las relaciones, pero es un tema para discutir.
-¿Es que no hay alternativa?
-Se puede estar de acuerdo o no con Estados Unidos. Lo que no me parece serio es no comprenderlo.
-Durante la guerra de Irak, en diarios europeos se escribía que Bush es estúpido.
-Que lo sea o no no resulta importante. Lo importante es entender el sistema de ese país. La Casa Blanca es un mecanismo muy sofisticado. Es como una computadora muy sofisticada y tan automatizada que, eventualmente, no me importa si Bush es estúpido o no.
-Entonces, ¿quién manda allí?
-Lo que pesa es el sistema, las instituciones. Eso es lo que cuenta.
-A veces parecen irse de cuadro. Pregonan rigor fiscal, pero se endeudan como nunca en su historia.
-La deuda para Estados Unidos no es lo mismo que para cualquier otro país. Si uno mira sólo la deuda se queda en un punto de vista. Pero en la totalidad del sistema no hay nada en riesgo. Su economía está vital.
-¿Cómo explica entonces la devaluación del dólar frente al euro?
-Es una guerra económica. Se combate el euro llevándolo a valores mucho más fuertes que el dólar. Pero es muy temprano para declarar un vencedor. Tienen que pasar por lo menos diez años para consolidar una moneda y entonces veremos qué es lo que prefiere la gente y en qué ahorra.
-No es el fiel de la balanza, pero no deja de llamar la atención que en la Argentina, cansada de crisis económicas, muchos prefieran el euro como refugio.
-Ese es un dato interesante de reacción. Pero no creo que se pueda decir que el dólar está en peligro.
-¿Y qué ocurrirá con la espectacular suba de la divisa europea?
-Nadie puede saberlo porque, por definición, el mercado es impredecible.
-Habló antes de las universidades norteamericanas. ¿Qué tienen ellas que no se consigue en las europeas?
-Combinan educación con investigación e inversiones, negocios. Mientras que en Europa esto último está prohibido casi por definición. Y eso es una estupidez, porque cierra puertas.
-La Unión Europea se apresta a elevar a 25 su número de socios. ¿Cree en ese proceso?
-No. Y cuando digo estas cosas sé que no me vuelvo muy popular, pero no me importa. Le explico por qué: una de las razones para la creación de la Unión Europea fue generar paz y prosperidad. Y en eso fue exitosa. Pero, con el tiempo, eso derivó en la creación de un sistema de burocracia (políticos, mecanismos, muchos organismos y oficinas). Lo que ocurre ahora con la ampliación de la unión es un síndrome burocrático que no tiene sentido. ¿Cuál es el propósito, si ya se alcanzaron los escenarios de paz y prosperidad?
-Ampliar el mercado. ¿No apoya usted eso?
-El mercado existe ya, sin necesidad de estas incorporaciones. Lo que no necesita Europa son instituciones burocráticas. Y mucho menos si trabajan para mantener una absurda política comercial que es perjudicial para Europa y también para la Argentina.
-¿Se refiere a la política de subsidios agrícolas?
-Sí. Es totalmente estúpida y se lleva buena parte del presupuesto europeo. Pagamos un montón de dinero para mantener burocracia y políticas absurdas. Creo que los europeos ni siquiera lo entienden y por eso ignoran que la mayoría de las instituciones europeas son inútiles y deberían desaparecer. Por todo eso creo que no es necesaria la ampliación, que no responde a los objetivos de la unión.
-América latina no parece estar en agenda. ¿Es ésa su apreciación?
-Ha sido borrada de la pantalla.
-En Francia, algunos dicen que eso no es malo. ¿Usted qué piensa?
-Que es un auténtico desastre y que no debería ocurrir. Ocurre por razones culturales. Europa está un poquito vieja, pero todavía hay países en América latina que tienen una visión europea. Por eso, aun con el error de nuestra política agrícola, sobre bases racionales el intercambio cultural y agrícola de América latina debería hacerse con Europa. Pero no ocurre. Eso habla un poco de la vejez europea.
-¿Coincide con Donald Rumsfeld en que Europa está vieja?
-En algunas cosas. Tiene una tasa de crecimiento menor, no hay mucha expectativa. La gente lo sabe y dice "sí, pero vivimos muy bien". Eso es cierto, pero no para siempre ni, lo que es peor, para todos. Hay un doce por ciento de subempleo. Y gente que vive en muy malas condiciones.
-¿Cómo ve el Brasil de Lula?
-Conozco a Lula desde hace mucho tiempo. En lo personal me cae muy bien y en lo político creo que ha sido una gran cosa porque destruyó todos los mitos de la izquierda. Creo que la romántica visión de la izquierda terminó con él. Está haciendo un cambio cultural muy importante con su pueblo. Eso es algo que había empezado el ex presidente Fernando Enrique Cardoso, que también venía de la izquierda y terminó aplicando políticas más liberales.
-¿Y la Argentina?
-¡Ay, la Argentina! ¿Qué puedo decir? Mis amigos, aquí en Francia, saben que soy su defensor y, tras lo ocurrido en este último tiempo, suelen preguntarme si aún estoy interesado en ella. Lo primero que tengo para decir es que sí; naturalmente, estoy interesado. Porque la Argentina es interesante en sí misma. Su gente lo es, su cultura, su historia. Luego, coyunturalmente, hay cosas que están funcionando bien.
-¿Por ejemplo?
-Estoy impresionado por lo emprendedora que es la gente del sector agrícola. Conocen el mercado, saben lo que está sucediendo, saben moverse. Son abiertos al mundo, lo que demuestra fortaleza para los negocios. El problema es la política y los políticos.
-¿No hay más para decir?
-No se podrá hablar de cambio real en la Argentina en tanto y en cuanto los argentinos sigan sacando su dinero del país, algo que sigue sucediendo. ¿Alguien puede culparlos por hacerlo? ¿Qué les dirán? ¿Que no son patriotas porque no dejan su dinero allí? ¿Deberían dejarlo para que se lo roben de nuevo? Los políticos han creado una mala atmósfera económica en el país. Y actúan como si no terminaran de entender lo ocurrido. Tanto, que insisten en no pagar más que el 25% de su deuda, cuando eso será (y es) perjudicial para el país; no hace sino espantar inversiones.
-¿A qué se refiere con que los políticos no entienden?
-A que sus líderes actúan como si nada hubiese sucedido. No se preguntan "por qué llegamos a esta situación", sólo están tratando de maniobrar entre elecciones. Creo que el error está en su análisis de la situación. No terminan de comprender lo ocurrido. Se mueven de una elección a otra. Y lo que me llama la atención es que los argentinos soporten esto. No entiendo por qué lo aceptan, cómo no reclaman más.
-Tal vez porque confían.
-Creo que porque están tratando de resolver problemas por sí mismos. Son lo suficientemente inteligentes como para saber que los políticos son lo que son y tratan de organizarse al margen de ellos. Es como una "máxima privatización": la de su propia vida. Algo similar ocurrió ya en la crisis de la Unión Soviética y en Alemania del Este.
-Llama la atención que hable de indiferencia cuando la nueva administración tiene un apoyo superior al 70 por ciento.
-Lo sé. Pero pasará.
-¿Pasará?
-Por supuesto. Y tampoco es eso lo importante. ¿Qué significa la popularidad de un gobierno?, ¿que resuelve cosas? Yo leo y sigo las entrevistas que hace LA NACION a pensadores sobre lo que ocurre en el país. Me gustó mucho lo que dijo Natalio Botana, en el sentido de que la popularidad del Gobierno no significa nada. Lo que la gente reclama son mejores instituciones, un país más seguro.
-¿La reacción económica no es algo para valorar?
-El presidente Kirchner puede decir que algunas cosas mejoraron. Pero eso no es por él. Hay un rebote en la economía, pero eso es algo que tenía que ocurrir después de haber caído tanto. Lo cierto es que en la Argentina no hay inversiones grandes y que el dinero sigue saliendo. Esas son cuestiones de fondo que se presentan cuando hay instituciones débiles. No debería importar tanto quién es el presidente como sí que funcione el entramado de instituciones.
-¿Qué más le inquieta de la Argentina?
-Mire, tiene otra gran punta en la emigración. Yo sigo mucho ese proceso, porque habla de lo que ocurre en un país. La gente emigra de la Argentina desde hace años; se detuvo un poco en la época de la "pizza con champagne" y ahora, por una cuestión de costos, por el efecto de la devaluación. Pero la gente emigra. Es un país grande y por eso el impacto no es tan profundo. Pero acabo de leer una estadística según la cual si la gente de Bosnia pudiera se irían casi todos. Bosnia desaparecería por falta de futuro. Esas son cosas para pensar, ¿sabe? El costo de los pasajes no es una barrera tan difícil para un joven que acaba de terminar la universidad, que consigue una beca afuera, se va y su plan es no volver. El problema en la Argentina es que esos jóvenes se siguen yendo.
Por Silvia Pisani Enviada especial
Parece que Guy tenía una bola de cristal, no?
ReplyDeleteLas preguntas de la "periodista" la retratan de cuerpo y alma.
ReplyDeleteTodo el mundo sabe que Sorman es un agente de la CIA.
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