Opinión / Roberto Cachanosky
16/07/04
Los buenos y los malos según el gobierno
La nueva moda argentina es poner todo patas para arriba. En este reino del revés, ya no se juzga nuestros actos de acuerdo a parámetros uniformes para todos. Hoy, dime quién eres y con quién andas, y sólo entonces te diré si lo que haces está bien o mal.
Desde hace poco más de un año se ha establecido en nuestro país, o lo que va quedando de él, un nuevo criterio para definir lo correcto o incorrecto. O, si se prefiere, lo que es justo o injusto.
Este nuevo criterio para medir los comportamientos de la gente no se basa en el principio consagrado de igualdad ante la ley, sino en que las cosas están bien o están mal, son justas o injustas, correctas o incorrectas, dependiendo de quién realice el acto. Como veremos enseguida, para un mismo acto, una persona puede cometer una falta o no según al grupo que pertenezca.
Veamos algunos ejemplos:
1) Si el gobernador de Santa Cruz se niega a traer nuevamente los fondos provinciales que giró al exterior el actual presidente, antes de la devaluación y el corralito, es un acto de defensa de los intereses de la población. Si un exportador no quiere liquidar sus divisas según lo establece la normativa del Banco Central (BCRA), está infringiendo la ley y es un antipatria que quiere mantener su capital en el exterior.
2) Si Gonzalo Alsogaray supuestamente envía un e-mail amenazante a un diputado, es detenido inmediatamente. Si un encapuchado le parte la cabeza a un taxista por querer ejercer su derecho a circular libremente, al encapuchado no le pasa nada porque está ejerciendo su derecho a la protesta social.
3) Si el gobierno no paga la deuda pública, está defendiendo los intereses de la población. Si un contribuyente se atrasa en el pago de los impuestos, lo matan con intereses punitorios.
4) Si Alfonsín dice que hay que reestablecer el orden público, lo que quiere es ver sangre y muerte en la calle. Si Hebe de Bonafini dice que hay que salir a incendiar las comisarías, todos tenemos que sentirnos hijos de las madres de Plaza de Mayo.
5) Si hay un robo en una determinada zona de la Capital Federal o del Gran Buenos Aires, la policía declaró zona liberada para que actúen los delincuentes. Si los piqueteros quieren tomar edificios privados, extorsionar a las empresas o impedir que se cobre el peaje en las autopistas, la policía no debe actuar porque eso implicaría reprimir la protesta social.
6) Si Menem proponía a determinadas personas para ocupar la Corte Suprema de Justicia, quería establecer la mayoría automática. Si Kirchner insiste en nombrar a determinadas personas en la Corte a pesar de todas las objeciones que formularon ONGs, está transparentando la Corte.
7) Si Duhalde lo apoya en la campaña para presidente, es su aliado político. Una vez alcanzado el objetivo, Duhalde pasa a representar la vieja política.
8) Si los empresarios invertían en la Argentina en los ’90, eran unos torpes que estaban mal asesorados. Si los empresarios no invierten hoy en Argentina a pesar del caos social, el desorden público, la incertidumbre política y económica, no acompañan el esfuerzo que está haciendo el gobierno.
9) Si Roger Noriega, el secretario de Estado para América Latina de EE.UU., opina sobre la situación política Argentina, se está metiendo en los problemas internos del país. Si Kirchner se junta con la oposición en Uruguay o Bolivia, está ejerciendo un diálogo amplio con todos los sectores.
10) Si los militares reprimieron la guerrilla en los ’70, hicieron terrorismo de Estado. Si Fidel Castro encarcela y fusila a los opositores, es un estadista de primer nivel que tiene que ser recibido con bombos y platillos.
11) Si el gobierno da una opinión sobre un determinado tema, lo hace en defensa del interés común. Si alguien no está de acuerdo con la postura del gobierno, seguro que está pagado por intereses oscuros.
12) Si Daniel Artana, José Luis Espert, Jorge Ávila, Ricardo López Murphy o Mauricio Macri opinan sobre el gobierno, lo que pretenden es hacerlo inviable porque añoran los ’90 de Menem (destaquemos que ninguno de ellos fue funcionario del gobierno menemista). Alberto Fernández y Gustavo Béliz, que sí fueron funcionarios del menemismo en los ’90, son en cambio leales colaboradores a quienes no les cabe el mote de noventistas.
13) Si en los ’90 el Estado se endeudaba, estaba hipotecando el país. Si el actual gobierno hace que el BCRA aumente un 140% su deuda en un año, está haciendo una política financiera disciplinada.
14) Si en los ’90 había convertibilidad, el tipo de cambio fijo destruía la industria nacional. Si ahora el gobierno mantiene fijo el tipo de cambio desde hace un año con inflación creciente, está en la senda de un tipo de cambio competitivo.
En fin, seguramente este listado de ejemplos puede ser más amplio y, quizás, a algún lector se le ocurran otros ejemplos para enriquecerlo. Pero creo que con estos casos es suficiente para comprender el nuevo criterio de justicia que rige en Argentina. Las cosas no están mal o bien por sí mismas, sino por quién las haga.
La regla es muy sencilla: los buenos son los que piensan igual que el gobierno. Los malos los que piensan diferente. Así de fácil.
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