4 nov 04
LA ELECCION NORTEAMERICANA
A uno pueden gustarle o no los norteamericanos, siempre que sea posible una simplificación tal que englobe, bajo patrones comunes, a casi trescientos millones de personas, que, han hecho de la libertad y el disenso una de sus características principales. Puede no gustarle su modo de vida o su convicciones religiosas o políticas o el vestido con el que se cubren o los alimentos que ingieren Puede aún cuestionar la gestión de sus gobernantes, no sólo en el orden interno, sino, también en su política exterior. Puede aún pensar que son el prototipo de la nación capitalista e imperial, madre de todos los males.
Lo que no se puede, a menos que seamos autistas , es ignorar a la nación norteamericana y sus indudables logros en materia de generación de riqueza, avances científicos y técnicos y su aceitado sistema político, económico y social, que le ha permitido sortear innumerables obstáculos, vencer enemigos, expandir su influencia en todos los rincones del mundo y brindar bienestar a millones de personas.
Naturalmente, además, se pueden tener convicciones políticas o económicas distintas de las de los norteamericanos. Se puede, por ejemplo, predicar las propiedad colectiva de los medios de producción, la manipulación de la voluntad colectiva, la censura de la expresión de disensos y toda la batería de propuestas con las la izquierda marxista pretende convencer a la gente. Hasta se puede sostener la conveniencia de una dictadura del proletariado y el partido político único o cualquier gobierno totalitario.
Lo que no se puede ignorar es la grandeza de esa nación que, a diferencia de muchas otras, admite los disensos y hasta la discusión de sus bases de sustentación –lo que resulta impensable en cualquiera de las versiones totalitarias de regímenes políticos influenciados por la doctrina marxista- y aún así perdura, desde hace mas de dos centurias, con las convicciones de sus fundadores.
Toda la aventura humana, toda su historia es compleja, plagada de imprevistos, retrocesos y avances, épocas de esplendor y épocas de decadencia. Es probable que la humanidad esté en un período de deterioro, sobre todo la civilización llamada occidental, que tiene sus raíces mas remotas en Grecia y Roma y las mas recientes en Europa. De esta última provienen los norteamericanos. Hay signos de ello pero no me voy a detener en su análisis.
Si quiero destacar la capacidad que tiene los norteamericanos para sobreponerse a las dificultades propias de la condición humana, la genialidad de sus procederes, que les permiten revisar sus conductas, discutirlas sin cortapisas, en el marco de un entramado político, económico y cultural que amengua las dificultades del tránsito hacia cambios trascendentales de su modo de vida, costumbres y gustos, sin perder su libertad.
Una nación en guerra, en un mundo plagado de amenazas tremendas, ha dado, otra vez, una lección a sus semejantes. Mediante métodos aceptados por todos los contendientes (gobernantes y gobernados) ha protagonizado una elección mas, en su ya larga historia.
Ganó un partido, una forma de ver a Norteamérica. Todos, sin embargo, luchan por los mismos ideales, sin mengua de los matices. La gente sigue estudiando, trabajando, produciendo, previendo el futuro, admitiendo enmiendas y cambios de actitudes, enfrentando los desafíos.
A uno puede o no gustarle lo que sucedió o la que puede acontecer a partir de ahora. Lo que no puede es dudar de las convicciones, esfuerzos y éxitos de los norteamericanos.
Guillermo Lascano Quintana
www.respublica.org.ar
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.