Nov 29, 2004

¡Qué difícil es entender!

¡Qué difícil es entender!

Por Malú Kikuchi

Desde el 25 de Mayo de 2003, la década de los noventa ha pasado a ser algo parecido a la suma de todos los males bíblicos y sólo amerita la ira y el castigo de Dios. Desde la presidencia de la Nación , encarnando la ira divina, se han ido tomando medidas para borrar de la historia patria todo lo que sucedió en la década maldita.

La primera medida consistió en declarar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación era adicta al régimen anterior. Su mal llamada mayoría automática debía ser juzgada y reemplazada por jueces idóneos, probos e independientes. El juicio fue una farsa, liderada y votada por legisladores más apegados a los posibles favores del Ejecutivo que a la verdad. Una muerte, dos renuncias (inducidas) y una destitución, lograron su cometido. Finalmente, la Argentina iba a tener la Corte Suprema que la Nación merecía. Pero, increíblemente, los nuevos nombramientos fueron absolutamente afines al..... Ejecutivo. A partir de ahí, los fallos responden a los intereses y necesidades del.....Ejecutivo. ¿Qué pasó? Otra Corte adicta, pero esta vez , y como en los 90, ¿adicta al poder de turno? ¿Qué cambió? Un cambio difícil de entender viniendo de aquellos que prometieron cambiar a favor de los ciudadanos y con transparencia republicana.

En la década maldita se multiplicaron los aviones oficiales. Se viajó mucho, dentro y fuera del país. No todos los viajes pudieron ser justificados. Pero todos fueron pagados por los ciudadanos. Hoy, el Gobierno que prometió terminar con los excesos de los 90, abusa de tal manera de los aviones oficiales, (que siguen pagando los ciudadanos), usándolos para vuelos cortos y absolutamente innecesarios, que los aviones colapsan de a uno, por mal uso. Hasta consta un vuelo de avión oficial, desde El Calafate hasta Río Gallegos ( 380Km. de tránsito vehicular permanente), en día domingo, para transportar los diarios de la Capital desde Río Gallegos hasta el Calafate, donde la pareja presidencial no quería esperar más tiempo para leerlos. Eso, ¡ni siquiera en la década maldita! ¿Y el cambio, en qué consiste? En vez de mejorar, empeoramos. ¡Qué difícil es entender!

En la década innombrable, se mantuvieron o se intentaron mantener “relaciones carnales” con los EEUU, y excelentes relaciones con el resto de los países del primer mundo. Eso permitió, entre otras cosas, que los productos de esos países entraran “indiscriminadamente” en la Argentina, arruinando a los industriales locales, que no estaban preparados para la competencia. Algunos tuvieron que vender sus empresas en varios millones de dólares, que invirtieron en países de reconocida seguridad jurídica, y otros se fundieron dejando un tendal de desocupados. El Gobierno que asumió el 25 de Mayo del año pasado se propuso revertir el maligno sistema de importaciones de productos que la industria local podía manufacturar. Y se volvió al “moderno” sistema de sustitución de importaciones, invento de Raúl Prebich en los años 30.

Floreció el “made in Argentina”, pero no disminuyó la desocupación en cifras significativas. Entonces, el Gobierno, protector de la industria nacional, reconoció a China como economía de mercado (a cambio de nada) y le abrió las puertas del país a los productos chinos, lo que, para nuestra industria que sigue sin ser competitiva, es un golpe mortal. Acá, sí, el cambio existe, en vez de abrirle las puertas al primer mundo y sus productos de calidad, lo hacemos con China, con la que el Gobierno debe creer que tenemos más puntos de contacto, históricos, políticos, sociales, económicos y culturales, que con el resto de Occidente, al que, todavía, pertenecemos. Cambiamos de socio, en vez del primer mundo, ¡China! ¡Qué difícil de entender!

La frutilla del postre. El actual Gobierno se caracteriza por su fervor en defensa de los DDHH (de algunos, no de todos, pero eso es otra historia). ¿Entonces porqué intimamos y estrechamos lazos más que amistosos, con países como Cuba y China, donde los DDHH no existen? Cuba y China son reconocidos internacionalmente por ser países donde se fusila a los que intentan desertar del régimen (China, promedio: 17.000 fusilamientos por año), donde se encarcela a los disidentes, países que determinan dónde, cuando y cuánto ganan sus habitantes, que desconocen lo que es la libertad en cualquiera de sus formas, y son, al día de hoy, en el mundo, los que tienen más periodistas presos (dato de Reporteros sin Fronteras). Curiosa política exterior la de Argentina, sobre todo viniendo del Gobierno que se precia de ser un incansable defensor de los DDHH. Antes de la presidencia Kirchner, tratábamos de ser amigos de los países inventores de los DDHH. Acá sí, hay que reconocer un cambio. Indudablemente, lo hay. Desgraciadamente, lo hay. Pero ¡qué cambio difícil de entender!

Para ayudarnos a entender sería oportuno saber qué opinan sobre los DDHH en China, Verbitzky, Bonasso, Bonafini, Eduardo Luis Duhalde y todos los hijos y nietos de las madres de Plaza de Mayo. ¿Recordarán a los estudiantes de la plaza Tienanmen?

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