Un interesante comentario sobre la situación en Venezuela. Honestamente es preocupante y comparto el punto de vista de que muchos están subestimando la gravedad del asunto.
¿Es posible que Argentina se convierta en otra Venezuela? Honestamente pienso que no, pero el sólo hecho de que nos tengamos que hacer semejante pregunta muestra en su clara dimensión lo bajo que hemos caído:
Venezuela se ha convertido en un "Estado forajido" al estilo de Irán, Corea del Norte y Cuba; es un Estado cuya dinámica le dirige irremediablemente a la ruptura total con el orden internacional formulado a partir del fin de la Guerra Fría, y cuyo desarrollo se sustenta en la economía de mercado y el libre comercio, la democracia representativa y la libertad individual. El Estado "bolivariano" es aliado tácito o explícito de todas las fuerzas, algunas de ellas terroristas, orientadas a destruír ese orden.
Por todo ello, porque el problema es de Estado, Washington debe enfocarlo como tal. No se trata de disuadir a Chávez para que se detenga en su camino hacia el socialismo, sino a muchos de los que le siguen, en especial en la FAN, el partido y la burocracia "revolucionarias", antes de que sea tarde.
El caudillo continuará su rumbo, pero sus seguidores, no pocos de ellos oportunistas y corruptos, están a tiempo de rectificar.
En segundo lugar, el proyecto de izquierda radical encabezado por Chávez no es un adorno, sino la columna vertebral del proceso. Le proporciona su sentido de dirección y funciona como mecanismo de movilización. Los que subestiman el poder de las ideas en la ecuación venezolana cometen un error, y contribuyen a mantener a la oposición en el limbo que ocupa. El proyecto "bolivariano" debe ser combatido de manera frontal, sin los equívocos de los izquierdistas que gobiernan en Brasil, Argentina y Uruguay. Estos últimos pretenden aprovecharse de Chávez y el petróleo venezolano, al tiempo que le agitan como un trapo rojo para asustar a Washington. No captan la amenaza ni les inquieta el aplastamiento de la libertad en Venezuela. El cinismo e hipocresía de Lula, Kirschner y Vásquez no tiene límites y les costarán caros.
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