Fabián me manda un par de mails donde una persona cuenta su experiencia traumática con el sistema de salud. Esto es en un hospital de Montreal, pero puede ocurrir en cualquier lugar de Québec y Canadá, hasta donde se. Tal vez sea un poco mejor en lugares más chicos, como Sherbrooke. Nosotros por lo general vamos a las clínicas locales y, si bien tenemos que esperar, nunca fue demasiado ni nos atendieron mal. La vez que fuimos al Hôtel de Dieu tampoco, no se si porque había poca gente o porque nos atendieron rápido por tratarse de un bebé de dos años.
La persona de este mensaje termina diciendo que a pesar de todo lo malo del sistema, da gracias a que no le pasó en Argentina porque hubiera sido mucho peor. Otra persona le contesta que no es tan así, porque con una buena prepaga en Argentina se obtiene una atención mucho mejor que acá.
Desde mi punto de vista, estamos comparando cosas distintas. Una cosa es la salud pública en Argentina, que deja mucho que desear, y otra es el sistema de prepagas (de las buenas). El nivel de atención que teníamos nosotros en Buenos Aires con mi plan de Medicus constituiría una fantasía erótica para cualquier canadiense. El problema es que sólo un porcentaje minoritario de la población en Argentina tiene acceso a una prepaga como Medicus, OSDE o similar.
Si comparamos el sistema público de Argentina con el sistema publico de Québec, creo que no hay dudas. La productividad promedio de la economía canadiense en por lo menos 10 veces superior a la de Argentina. PERO, todo lo anterior no quita los tremendos e insalvables problemas del sistema de salud de Canadá. Estos problemas no son propios de Canadá, son compartidos por todos los sistemas de salud socializados del mundo.
Es más, si nacionalizáramos y socializáramos los puestos de panchos de Buenos Aires, tendríamos los mismos resultados: cuadras de cola para comprar un mísero pancho sin mostaza y con pan del día anterior. Como lo sabemos muy bien los argentinos por nuestra amplia experiencia en el tema, sólo hay dos formas de asignar recursos: los precios y las colas, es decir, la escasez. No hay otra, ni acá, ni en Argentina, ni en la China.
Si alguien paga un porcentaje del costo de lo que consumo, voy a tender a consumir más. Es como en el viejo chiste de los dos amigos en el restaurant, si pagas vos, me pido una langosta entera con un champú importado. Si pago yo, un plato de fideos con manteca y agua mineral. Para que sea más elegante lo digo en francés: c'est la même chose que en un tenedor libre.
Cuanto antes entendamos que no hay nada gratis en la vida, mejor. Las cosas siempre las paga alguien. Lo más justo es que las paguen los que las usan.
Salud pública en Canadá? Recomiendo ver la película "Las invasiones bárbaras", donde las negociaciones de uno de los personajes con los sindicalistas del hospital tienen un aire muy familiar para nosotros los argentinos....
ReplyDeleteasí es, lo mismo pensamos por acá, los sindicatos en Quebec son al mejor estilo argentino...
ReplyDeleteEs otro ejemplo más del TANSTAAFL, del famoso apotegma de Milton Friedman "There Ain't No Such Thing As A Free Lunch".
ReplyDeletees así, Marcos, es una de mis citas de cabecera.
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