Mas sobre el “estilo K” de gestión pública, esta vez relacionado al caso, o “catzo”, de las valijas voladoras. Como de costumbre, los crímenes de los amigos son menos crímenes que los de los enemigos…:
La pregunta del millón es la que indaga sobre el conocimiento de Kirchner. Una respuesta negativa, esto es, que el presidente estaba realmente en el limbo respecto de lo que sucedía en la empresa subsidiada por su gobierno, es grave porque supone una conspiración de silencio armada por sus amigos. Eso, en un presidente como Kirchner, es poco menos que pecaminoso. Rellena espacios públicos sensibles sólo con funcionarios de su confianza porque pertenece a esa clase de personas que no confían en nadie y como toda respuesta frente a un hecho grave como éste solo obtiene, según él mismo dejó traslucir, el silencio.
Si, al contrario, el presidente conocía el hecho, se abren muchos interrogantes, todos muy graves: ¿por qué calló?, ¿por qué no salió a “informarle al pueblo argentino”?, ¿por qué no relevó a los funcionarios con responsabilidad en las áreas involucradas?, ¿por qué no terminó con el vínculo entre el Estado y SW?, ¿por qué dejó que ese acuerdo avanzara?, ¿por qué llenó los cargos de la Secretaría de Transportes y de la Dirección de Aduanas con personas cuyos únicos antecedentes en la materia consisten en pertenecer al grupo denominado “santacruceño”?, ¿por qué la compañía elegida para absorber personal de otras líneas, a cambio de subsidios, fue SW y no Dinar, Lapa o AeroVip?, ¿cuál es la necesidad de gritar como un desaforado cuando aquí lo que se necesita es ecuanimidad, profesionalismo y seriedad?
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