Apr 11, 2005

Madurar

Dos posts muy interesantes de Tomás (uno y dos). Le iba a dejar un comentario, pero mejor lo agrego acá.

Comparto la frustración y la bronca que siente el compañero luchador del blog Tomás. Creo que lamentablemente es cierto que no le importamos demasiado a nadie, porque la región en general no le interesa mucho a nadie. Somos el fracaso por defecto, el gran clásico de lo que podríamos haber sido alguna vez y nunca seremos. El problema real es qué estamos dispuestos a hacer nosotros. No es tan importante si sale en CNN u otros medios internacionales, o si tal o cuál funcionario del primer mundo se ocupa de nosotros. No debemos esperar que nadie venga a sacarnos las papas del fuego. La verdadera pregunta que nos debemos hacer es si nos interesa a nosotros y si estamos dispuestos a hacer algo para cambiar.

No hay soluciones mágicas ni salvadores, no hay atajos. El cambio lo tenemos que hacer nosotros. En lo personal, me interesa Argentina, pero de que nos serviría tener la mejor casa en una villa miseria. Creo que de una vez por todas tenemos que entender que si seguimos así nos van a terminar de comer los piojos. Vamos a ser el equivalente internacional de esos ranchos polvorientos que se ven a los costados de la ruta en provincias pobres: miseria, abandono, dejadez, desidia, polvo y espanto.

Cuando hablo de cambio no me refiero a atraer grandes inversiones ni convertirnos en una potencia mundial ni ningún otro delirio grandilocuente. Estoy hablando de cuestiones mucho más elementales. El cambio debe ser cultural. Me refiero a un simple y perfectamente realizable cambio mental. Debemos de una vez por todas dejar de lado la chantada, las avivadas, la irresponsabilidad, todas estas lamentables cuestiones que caracterizan a casi todos los países del tercer mundo.

Debemos empezar a actuar cuanto antes con seriedad, como adultos responsables. Cumplir horarios, respetar las reglas del juego, ser respetuosos, considerados, honestos, no quedarnos con lo que no es nuestro, no contestar mal, no gritar, no cagarse encima ni en los demás; en definitiva, todos los valores que les enseñan (o enseñaban) a nuestros hijos en la guardería y jardín de infantes. No se trata de grandes cuestiones, y todos las hemos escuchado alguna vez.

No quiero decir con esto que con lo anterior es suficiente, pero si las internalizamos, si la gran mayoría de nosotros actuamos así, tenemos grandes posibilidades de que todo lo que logremos a continuación sea duradero y no sólo sea pan para hoy y hambre para mañana, hasta que otra vez volvamos a caer en los mismos disparates y delirios de siempre.

Debemos cambiar nosotros como individuos para poder cambiar como sociedad. Es cierto que tenemos una clase dirigente lamentable, que rara vez está a la altura de las circunstancias, pero debemos asumir de una vez por todas que debemos empezar por cambiar nosotros.

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