Esta vez de Carlos Mira. Exactamente lo que hablábamos el otro día con mi esposa. Más allá del horror que significan estas medidas, estos tipos no pueden ni siquiera controlar las valijas en Ezeiza, y se meten en estas cosas. Argento hasta la médula:
Los partidarios de la libertad siempre hemos pensado –aunque más no fuera secretamente – que uno de los reaseguros para no perder por completo el ejercicio de los derechos individuales era, paradójicamente, la intrínseca berretada que caracteriza a los aspirantes a dictadores. Tan poco serios son, tan de cuarta son sus métodos y tan supina su ignorancia que los ciudadanos podían contar con esos déficits para dar por descontado un mínimo ejercicio de sus derechos. No porque los autoritarios de turno no estuvieran dispuestos a desconocerlos sino porque aun con ese objetivo por delante, eran tan malos en términos de eficiencia operativa que semejante falla redundaba en una defensa paradojal del individuo.
Pero acaba de sonar una nota muy preocupante en el concierto del disparate argentino. Nos acabamos de enterar de que, según una ley aprobada entre gallos y medianoche en diciembre de 2003, a partir del 1º de agosto de este año, todos los prestadores de servicios de telecomunicación de voz y datos (telefonía, correo electrónico e Internet) deberán grabar las conversaciones, correos y páginas web consultadas por todos los habitantes de la República durante 10 años. Ni los más encumbrados violadores de los Derechos Humanos creo que han aspirado a tanto. Sólo un régimen policial como el cubano debe fantasear con semejante delirio. Claro que, seguramente, allí lo cumplirán por la vía de someter a todos a la miseria: en medio de semejante malaria es muy difícil aspirar a notebooks, teléfonos celulares o teléfonos a secas.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.