Debo decir que no me banco la pseudociencia de la astrología, por eso no suelo darle mucha bola a los análisis de "horóscopo chino" de Jorge Asís. Pero en este caso, hace una semblanza bastante interesante del perfil del país y de los argentinos.
Por supuesto, lo interesante tiene poco que ver con esa variante oriental de la astrología:
Por lo pronto, el argentino como producto cultural suele ser directamente intolerable cuando se sorprende con la autoestima muy elevada.
Actúa entonces como si culturalmente se inflamara de una vanidad nacional, que lo direcciona hacia el camino de una arrogancia superadora. En general sus vecinos, algo perplejos, suelen secretamente reprocharlo.
Sin embargo el argentino como producto puede ser también amargamente deprimente. Sobre todo cuando tiene la moral (la autoestima), muy por debajo de la línea de flotación de la alfombra. Se exhibe entonces como un suplicante de conmiseración, inmovilizado por la impotencia para encontrar la salida, o por lo menos para reflejar tanta desolación en un buen tango.
En definitiva, históricamente el argentino como producto cultural del País Rata, está condenado a sentirse Gardel o un linyera.
Es decir que se inflama cuando se jacta de estar "condenado al éxito". Por poseer la cantinela de lugares comunes que pasan por la mejor carne, las mujeres más bellas, todos los climas y la suma concentrada de la inteligencia y la celebratoria picardía. Sin embargo, simultáneamente cae también en la soberbia de autoflagelarse y presumir que es portador de las peores desgracias que el mundo tendría que tener en cuenta. Porque atraviesa entonces la crisis más insoluble, padeció la represión que nada tiene que envidiarle al nazismo, sufre la condena histórica por no haber sabido mantener una grandeza ilusoriamente perdida para deslizarse entonces entre las acusaciones de culpabilidad recíproca, justificatorias de tanta resignación o la ideología del fracaso.
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