En noviembre de año pasado escribía sobre la ciclotimia que caracteriza a los argentinos. De la euforia a la desazón en cuestión de semanas.
Hasta hace unos meses, no pasaba nada, la inflación no existía, no era un problema. De golpe, ante tres meses de tasas superiores al 1%, varios especialistas dieron marcha atrás con serias advertencias de una espiral inflacionaria.
Hoy leo en La Nación que volvimos al principio. Al final tiene razón el gobierno, la inflación no existe. La realidad es lo que nosotros queremos que sea.
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