May 18, 2005

Contando los Días

De nuevo, esperando el final. Durante el gobierno de De la Rúa solía decir que estábamos bailando en la cubierta del Titanic, de parranda mientras nos aproximábamos en línea recta al témpano. Incluso después de darnos de nariz con la montaña de hielo, a horas para irnos a pique, insistíamos con el festival del delirio.

Parece mentira, una vez más, a casi cuatro años del episodio anterior, seguimos dale que dale con el pasacasete sin darnos cuenta que nos pasamos de carril y en cualquier momento nos comemos un camión de frente.

Hoy leía en lo de Rubén que aparentemente ya varios otrora incondicionales se distancian del actual gobierno. Le decía en un comentario que este tipo de cosas sean tal vez las más indicativas de que es probable que estemos viviendo el final de fiesta tan esperado por muchos de los moderados en el país. Casualmente en la última carta al Tío Plinio, Jorge Asís sostiene que la caída es inexorable, por más artificios que se intenten para mantener la cosa un tiempo más.

Es medio un lugar común, pero cuando las ratas dejan el barco es señal de que el agua está pasando la línea de flotación.

Como dice Tommy, la Gran Pregunta Gran es qué viene después. Me la vengo haciendo desde De la Rúa. En su momento pensé que las sociedades no se suicidaban, y que el "gobierno" de la Alianza iba a reaccionar en algún momento. Pensé que por lo menos llegábamos, como sea, al fin del mandato, teníamos elecciones y volvíamos a los tumbos a la racionalidad. Después pasó todo lo que pasó y quedó demostrado cuán equivocado estaba. Las sociedades no sólo se suicidan, sino que lo suelen hacer con alegría y entusiasmo.

Honestamente no se qué viene después, pero lamentablemente no veo el menor proceso de aprendizaje en nuestra sociedad. Espero que el actual gobierno siente cabeza y decida de una vez por todas dejar de prescindir de la realidad en la administración del país. Es de vital importancia levantar la cabeza y entender que si no pegamos el volantazo y volvemos a nuestro carril, nos comemos de frente el Scania con semirremolque cargado de bolsas de cemento.

No se cómo queda el país después de un nuevo fracaso de esta magnitud. En 20 y pico años de vuelta a la democracia, sólo un presidente habría completado no uno, sino dos mandatos. Justamente el presidente que todos consideran que fue el mayor fracaso de los últimos 20 años.

2 comments:

  1. Muy buen post Luis.
    Yo lo único en que disiento es en que no creo que este gobierno tenga capacidad de reacción para cambiar el curso de colisión con la historia que lleva.
    Ser amigo de Chávez, de Fidel, desconocer deliberadamente lo que funciona y elegir a propósito lo que se sabe que es un fracaso... es demasiado.
    Ahora empezaron los conflictos internos. Con Lasaña, con los jueces, con los sindicatos.
    Alea Jacta Est

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  2. La verdad estoy más cerca de Vicente Massot

    Otra vez la opinión pública

    La reacción que suscitó, en parte de la opinión pública de la capital y del conurbano bonaerense, la decisión judicial de excarcelar, en dos casos que nada tienen en común entre sí, primero a María Julia Alsogaray y, horas mas tarde, a Omar Chabán, pusieron en evidencia, al mismo tiempo, lo endeble de nuestras instituciones y la naturaleza del gobierno kirchnerista.

    En la Argentina, donde el rule of law es tan solo una expresión referida al mundo anglosajón, las instituciones no resisten el peso de la opinión pública. Es lógico, por lo tanto, que una administración como la que encabeza el santacruceño— siempre recelosa y hasta temerosa de las reacciones colectivas de la gente— haya salido al cruce de unos jueces que se habían ganado la repulsa popular por haber dejado en libertad a la ex funcionaria del gobierno menemista y al empresario, dueño de Cromagnón .

    En cualquier otro país, medianamente civilizado en punto al respeto de las instituciones, hubiere sido inconcebible que, por temor a la opinión pública, dos ministros del Ejecutivo y el mismo Presidente de la Nación se montasen sobre la ola de indignación popular para dirimir supremacías con un poder —el judicial— que, al menos en teoría, es independiente. En cualquier país …, menos en la Argentina.

    Entre nosotros las cosas son diferentes y en este orden conviene dejar de lado los manuales de derecho constitucional y olvidarse, por un momento, de la Carta Magna, si se quiere entender el proceso político. No es la Constitución escrita la que debe releerse. No porque no sirva, sino porque no rige. En cambio, sí tiene vigencia otra Constitución, de naturaleza sociológica, que nadie votó pero todos, malgrado nuestras críticas, aceptamos. En la misma, el poder Judicial es un mero apéndice del Ejecutivo de turno, de la misma manera que el Presidente de la República está por encima de todas las leyes. Es como si en la pirámide jurídica de Kelsen, en lugar de la norma general, en su cima estuviese el poderoso de turno.

    Pues bien, frente a la embestida del gobierno y a las recriminaciones de los familiares de los jóvenes muertos en el boliche antes mencionado, dos de los camaristas que habían resuelto excarcelar a Chabán decidieron excusarse de seguir interviniendo en la causa. María Laura Garrigós de Rébori y Gustavo Bruzzone son famosos por sus fallos garantistas y se reconocen discípulos de Eugenio Zaffaroni. Por eso, precisamente, fueron elegidos para ocupar un lugar en la Cámara, a instancias de este gobierno, sin imaginar hasta qué punto se abrirían sus respectivos caminos. Porque el gobierno tiene un doble standard de conducta en todos los órdenes: es garantista en grado extremo, o su opuesto, pura y exclusivamente en función de sus intereses. El termómetro es siempre la opinión pública. Por eso pactó, en su momento, con el ingeniero Blumberg y mandó a votar en el Congreso el programa que éste había enarbolado desde la muerte de su hijo Axel. No coincidía para nada con la política de Blumberg, pero frente a los cientos de miles de personas que acompañaron a ese padre desesperado y valiente, tiró por la borda su discurso garantista y adoptó una posición que horrorizó a los ministros de la Corte —Zaffaroni y Argibay— que Kirchner había elegido para reemplazar a los que decidió, manu militari , expulsar del más alto tribunal de la Nación.

    No hay contradicción alguna en este juego de idas y venidas porque Kirchner acomoda sus decisiones y adopta sus cursos de acción en función no de unas presuntas ideas progresistas o de izquierda, sino en consonancia con sus conveniencias —no con sus convicciones— y conforme a los vaivenes de la opinión pública.

    A lo dicho hay que agregar otro condicionante: el lugar donde se sucedieron ambos episodios. Si María Julia hubiese sido puesta en libertad por un tribunal de Jujuy o si Cromagnón se hubiere incendiado en Formosa, los escándalos no habrían trascendido el pago chico. Pero ocurrieron en la vidriera de la república que, para colmo de males, es un distrito electoral que parece esquivo al gobierno. Razón demás, entonces, para que el Presidente escalase la respuesta y se presentase ante la sociedad como su defensor .

    La pregunta de si tamañas actitudes tienen o tendrán costo para el gobierno, no es de fácil respuesta. Hasta aquí, si han tenido algún costo —lo cual es dudoso— no se ha notado. El gobierno no ha perdido popularidad y la intención de voto del peronismo no parece haber mermado. El santacruceño es el hombre público con mayor imagen positiva, seguido por su mujer. Si en las elecciones de octubre Kirchner fuese plebiscitado —algo que probablemente ocurra— quedará en evidencia que la forma de comunicarse con la gente ha sido la indicada.

    De todas maneras quedará por ver si esas reacciones ampulosas, directas, muchas veces descomedidas y ciertamente efectistas del presidente, le son aceptadas en el concierto internacional como lo han sido hasta ahora. Porque la reacción inicial del gobierno argentino, ni bien se conoció el fallo del CIADI contra el país, fue anunciar que lo apelará. Meses antes, el propio ministro de justicia, Horacio Rosatti, en París había dicho que, en última instancia, nuestro país no solo apelaría fallos adversos sino que los desconocería.

    Ahora bien, existe un Tratado de Protección de Inversiones que la Argentina firmó con Estados Unidos y ratificó luego por ley en 1991 y 1992, respectivamente, en donde consta que el laudo del CIADI “…será obligatorio y definitivo para las partes en controversia.”. Es cierto que siempre habrá una chicana jurídica para ganar tiempo, pero el riesgo, en este caso, es que el principal soporte que hasta el momento ha tenido el gobierno de Kirchner se canse de la falta de previsibilidad argentina y reaccione en su contra. No es casualidad que el subsecretario de asuntos internacionales del Tesoro norteamericano, Randall Quarles, haya expresado días antes de conocerse el fallo de marras, la preocupación del gobierno de Bush respecto del incumplimiento por parte de la Argentina de un dictamen similar al del CIADI.

    Néstor Kirchner pudo “poner a parir” a los empresarios españoles; cruzar acusaciones con el gobierno de Berlusconi; ignorar las recomendaciones de Chirac y dejar plantado a Putin en Moscú. Pero obrar de guapo con el gobierno estadounidense es una de esas paradas que nadie en su sano juicio desearía. Hasta la próxima semana.

    Vicente Massot

    Alguien tiene alguna duda que en octubre, K gana? Lamentablemente para nosotros y sobre todo, el país.

    Se aceptan apuestas...

    Pablo

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