El otro día le dejé un comentario a Guillermo por un post que publicó con esta frase de Thomas Sowell:
Política es el arte de hacer que tus deseos personales parezcan el interés nacional
Es la vieja táctica del fascismo de todos los tiempos, de izquierda y de derecha, usada hasta el hartazgo en Argentina por el peronismo, sindicatos y otros grupos de intereses especiales. Se trata de equiparar intereses sectoriales con el interés general.
Por ejemplo, de acuerdo a esta práctica, los intereses de Marta Maffei, antes Mary Sánchez, y el gremio de los docentes son los intereses de la Educación Pública en Argentina. Si alguien se opone a Martita o los muchachos del gremio, en realidad se opone a la Educación Pública (con mayúsculas) en Argentina. De más está decir que el que se opone a la educación pública es un mal nacido que merece lo peor.
Si bien este tipo de prácticas son muy negativas para una sociedad, hay otras que son aun peores. Lamentablemente también el peronismo aporta uno de los mejores (o peores) ejemplos en este sentido. Se trata nada más ni nada menos que de la contraposición de intereses lisa y llana, de tal manera que el éxito de peronismo tal como lo conocemos hasta ahora implica necesariamente el fracaso del país.
Lamentablemente este fenómeno no se limita a países pobres y débiles institucionalmente como el nuestro. En Québec existe el Parti Quebecois, que se conoce con el nombre de Bloc Quebecois en el resto de Canadá. La razón de ser de este partido político, el motivo por el que fue fundado, es la independencia de Québec y la defensa de la existencia de la nación de Québec.
Como es lógico, por definición y sin emitir juicio de valor, el éxito de este partido significa necesariamente el fracaso de Canadá como país y como sociedad, en el sentido de que perdería su integridad territorial. En este sentido, este partido tiene una influencia en la política nacional totalmente fuera de proporción con la cantidad de votos que cosecha a nivel nacional.
El gran problema es que usa permanente tácticas que se podrían calificar de extorsivas al blandir permanentemente a la independencia como arma. El principal mensaje sería una especie de “miren que si no me dan lo que quiero, si gana este partido o si pasa esto o aquello me voy”. Mucha gente se pregunta hasta cuándo el resto de Canadá va a tener que seguir pidiendo perdón a Québec y tolerando este muy peligroso juego.
De igual manera, y salvando las distancias, el peronismo condiciona a la Argentina. Es tal la influencia que se puede decir sin exagerar que sin importar la ideología, la clase social o el partido político, el argentino medio es peronista. Hay muchos analistas que consideran que el país sólo puede ser gobernado por los peronistas y haciendo una simple extrapolación de la situación actual, es muy probable que dentro de muy poco sencillamente no exista ninguna otra alternativa política, y que las elecciones sean entre peronistas en una gran interna de ese partido a nivel nacional.
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