En diciembre de 1941, el presidente Roosevelt de EEUU calificó al ataque japonés a Peal Harbor como un día que iba a vivir en la infamia. De la misma manera, creo que es muy probable que los hechos que se vienen sucediendo desde el golpe a De la Rúa en diciembre de 2001 hasta estos días, queden registrados como entre los más infames de nuestra historia.
El primer golpe civil de la historia, orquestado en gran parte por nada más y nada menos que el paladín de la lucha por la democracia y los Derechos Humanos, el ex presidente Alfonsín; el experimento populista de Duhalde, con la más grande transferencia de ingresos de la historia del país; la grotesca manipulación de las elecciones a presidente para convertirlas en una interna peronista; la esquizofrenia como estrategia de administración de la cosa pública; el monumental logro de retrotraer la imagen internacional del país a las peores épocas post Guerra de las Malvinas, cuando el país era un paria internacional a la misma altura que países rufianes como el Irán de los ayatolas o la Libia de Kaddafi.
El actual presidente, digno representante de una parte importante de la opinión pública argentina, se apresta a terminar con casi dos siglos de una de las tradiciones de los festejos nada más ni nada menos que de la Revolución de Mayo.
Espero que todos estos muy penosos episodios por lo menos sirvan para que se de algún tipo de proceso de aprendizaje en la sociedad. Debemos fortalecer las instituciones de tal manera de asegurarnos que NUNCA MÁS gente como esta llegue a los máximos cargos del país. Y si por algún grotesco histórico lo vuelven a hacer, que NUNCA MÁS puedan llegar a poner en práctica la tristísima letanía de despropósitos de la actual “administración”.
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